Frente a la pregunta de si era posible bendecir uniones entre homosexuales, la Congregación de la Doctrina de la Fe contestó que “no es lícito otorgar una bendición a relaciones o a parejas, incluso estables, que impliquen una praxis sexual fuera del matrimonio. Se puede bendecir personas individuales con inclinación homosexual, pero sin reconocer sus uniones. Dios bendice al pecador para que se convierta, pero no bendice el pecado”. Esta postura, enseguida ovacionada por los más tradicionalistas, ha sin embargo suscitado una fuerte polémica en la Iglesia.
Escribe por ejemplo el p. Alejandro Fernandez Barrajon, un conocido escritor de espiritualidad: “Si la Iglesia quiere ser madre y no madrastra, tiene que enfrentar seriamente ciertos retos como el papel de la mujer en la Iglesia, la misión de los sacerdotes casados, la actitud ante la comunidad LGTBI en la que hay tantas personas bautizadas y cristianas por convicción que no acaban de encontrar su lugar en la Iglesia o se lo arrebatan con normas y leyes. En la Iglesia se puede bendecir hasta a los animales. Se dice que no se quiere marginar a los homosexuales, pero estos recibirán esta decisión como una discriminación de hecho”.
Según el obispo alemán de Essen Franz Overbeck “se necesita una visión más amplia, seria y respetuosa, de la sexualidad humana a la luz de los tiempos actuales”. El obispo Johan Bonny de Anversa (Bélgica): “con esta intervención hay una ruptura con el Sínodo de la Familia de 2015 y una contradicción con las líneas desarrolladas en Amoris Laetitia”.
Según el filósofo católico Rocco Buttiglione “la doctrina tradicional no cambia, pero cambia la actitud pastoral; no hay que correr el riesgo de ser catalogados como homofóbicos. Hay que crear espacios inclusivos, para que haya un sitio para todos en la Iglesia ”.
Para el vaticanista Marco Politi “parece una guillotina sobre ocho años de pontificado caracterizado por la apertura, la misericordia, la renovación. A pesar de todo, un tema que hasta ahora era tabú, gracias a Francisco está siendo discutido en la Iglesia. El Papa, si bien defiende la doctrina, en su actitud pastoral se muestra menos rígido y más inclusivo”.
En Alemania, Austria, Suiza y Bélgica hubo fuertes contestaciones de parte también de obispos y curas, siendo que estas bendiciones son una práctica ya difundida. Se considera que se trata de un debate teológico que no se puede cerrar abruptamente con un argumento de autoridad.
En Estados Unidos el cardenal Blaise Cupich de Chicago dijo: “La Congregación de la Fe no ofrece nada nuevo sobre el tema, pero la respuesta hay que leerla a la luz de las declaraciones alentadoras del papa Francisco hacia las personas LGBTI y su relación con la Iglesia para que se los acoja con respeto y sensibilidad. Habrá en muchos una comprensible reacción de desilusión y desaliento. Hay que redoblar esfuerzos para encontrar maneras para acoger y alentar a todas las personas homosexuales en nuestra comunidad de fe”.
El jesuita p.James Martin, experto en el tema, se quejó de que “ningún grupo de católicos es tan maltratado en la Iglesia como las personas LGTBI; han sido tratados en el pasado como leprosos”.
El cardenal Kevin Farrel, prefecto del dicasterio vaticano de laicos y familia, aún manifestándose de acuerdo con la doctrina, dijo: “nadie debe ser jamás excluido del cuidado pastoral de la Iglesia”. Muchos tienen la sensación de que no se haya seguido las indicaciones del papa Francisco y de “Amoris Laetitia”. Otros piensan que se haya querido frenar una huida hacia delante de algunas iglesias, por ser un tema que precisa un consenso más universal.
“La postura aperturista del papa Francisco sobre los gay es bien conocida, pero las circunstancias (debido a la oposición creciente de los ultraconservadores) lo llevó a blandir las normas eclesiásticas tradicionales por encima de la actitud pastoral”, escribe el vaticanista argentino Sergio Rubin. En la apertura del Año de Amoris Laetitia el Papa ha recordado: “No basta reafirmar el valor y la importancia de la doctrina sobre la familia; hay que atender con compasión sus fragilidades y heridas”.
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