PAPA FRANCISCO: “DIOS Y EL MUNDO QUE VENDRÁ”

afiche con la carátula del libro en su edición italiana. con el papa subiendo una escalera exterior hacia su silla. al fondo del afiche, la cúpula vaticana.En este libro-entrevista del vaticanista Domenico Agasso, el papa Francisco afirma: “Este tiempo de pandemia nos obliga a reflexionar sobre el futuro  de la humanidad. Hay que implementar un nuevo modelo de desarrollo y no aceptar inertes estas desigualdades y la destrucción del medio ambiente…

…Toda acción individual tiene consecuencias para los demás, para bien o para mal; todo está conectado. Por lo tanto, si todos cambiamos nuestro estilo de vida y llevamos una vida más austera, eso hará posible una distribución más equitativa de los recursos. No significa una equiparación a la baja, sino devolverles los derechos a los que no los tienen reconocidos o protegidos. Hoy resulta escandaloso seguir financiando industrias que no contribuyen a la inclusión de los excluidos y contaminan la creación. Cada uno de nosotros está llamado, no solo los gobernantes, a erradicar la indiferencia, la corrupción, la connivencia con el crimen. Hay algo peor que esta crisis; que no sepamos aprovecharla. No se sale igual de una crisis; o salimos mejor o salimos peor.  Ya no es soportable que sigamos fabricando y traficando armas, gastando enormes cantidades de un capital que debería usarse para curar la gente, salvar vidas. Hay un círculo vicioso evidente entre la violencia armada, la pobreza y la explotación insensata del medio ambiente”.
Hablando de otro tema, por haber el Papa definido  como “preocupante” la hipotética llegada al poder en Francia de la ultraderechista Marine Le Pen, esta contestó: “No tengo ninguna duda de que muchos creyentes estarían encantados si el Papa se ocupara de lo que está sucediendo en las iglesias y no de política. Que todos hagan lo que les corresponde hacer: “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”. Los partidarios de Le Pen tildan al Papa de “inmigrante” y Robert Menard se  preguntó “si no terminará haciendo la peregrinación a la Meca”. Se trata de la ultraderecha católica europea con Le Pen en Francia, Salvini en Italia, Abascal en España, Orban en Hungría que tienen al papa Francisco como enemigo, con el apoyo de cardenales como Burke, Brandmuller, Sarah, Muller.
Esta corriente se difunde también en América Latina, como por ejemplo en Brasil con la teología de la prosperidad que es la legitimación religiosa del sistema capitalista neoliberal. Es una crasa manipulación del Cristianismo, un fundamentalismo religioso que fomenta desigualdades y regímenes autoritarios. Frente a estas resistencias absurdas el papa Francisco ha dicho simplemente: “Estas resistencias no son un freno sino un empuje para continuar con más fuerza”.