VENEZUELA: ACCIÓN SOLIDARIA DE LA IGLESIA

Unos quince varones ancianos caraqueños toman sopa servida en bowls y cucharas plásticas. Están sentados en los bancos del templo. Al fondo varias personas esperan su turno, se ve también un confesionario antiguo de madera. Todos tienen rostros serios, de preocupación.
Olla solidaria en un templo de Caracas, Venezuela.

La Iglesia Católica se ubica “en los más altos niveles de aprobación y confianza por parte de la población” según la encuestadora “Datanalisis”. El primer lugar de credibilidad lo tiene la Iglesia con el 60,6% de aceptación; y en el segundo lugar se encuentran los empresarios con el 47%. Los líderes y partidos políticos, así como las instituciones de poder de todas las tendencias, se ubican por debajo del 20%.

“La credibilidad de la Iglesia está por encima del mismo estado por sus acciones pastorales realizadas en medio de tantas dificultades y por sus campañas sociales”, según el sacerdote Pedro Pablo Aguilar, director de Comunicaciones de la Conferencia Episcopal . Son de destacar las llamadas “ollas solidarias” (o comunitarias) presentes en todo el país, las farmacias parroquiales, los bancos de medicamentos e insumos médicos, las huertas comunitarias, los albergues para niños de la calle y ancianos, los equipos de educación popular… Durante el año pasado la Iglesia contabilizó a 9 millones y medio de personas beneficiadas por la acción de Cáritas. La campaña “Compartir” n.41 para la Cuaresma ha propugnado el acceso universal a las vacunas con el lema: “Medicinas para salvar vidas”, con donaciones que permitan dotar de remedios esenciales a los bancos de medicamentos creados por las Cáritas diocesanas y parroquiales. En su mensaje cuaresmal se han adherido a las declaraciones del Papa que recientemente ha pedido la revisión de los mecanismos de producción, comercialización y distribución de las vacunas. Ha dicho el Papa: “Aún los países que más y mejor han vacunado necesitan de la vacunación en otros países para mantener las fronteras abiertas. La adquisición desproporcionada de dosis de vacuna por parte de algunos estados acaudalados, superando su población, provoca una reducción en la oferta de vacunas para todos. Los que acaparan vacunas, los que ponen el acento en la propiedad intelectual, los que traban la provisión de medicinas se equivocan y finalmente serán víctimas de su propia miopía”.