
El 3 de marzo se ha conmemorado el quinto aniversario del asesinato de Berta Cáceres, una líder cristiana indígena de Honduras, activista social y ambientalista. Murió por ser consecuente con su fe cristiana, en defensa del pueblo y su medio ambiente. El día anterior había cometido el error de quedarse a dormir en su casa y en la madrugada del 3 de marzo de 2016, mientras dormía la mataron delante de una de sus hijas.
Berta había sido un símbolo de resistencia frente a las grandes empresas que buscan hacer negocio con el agua y los bienes naturales de los pueblos indígenas. Su asesinato fue un duro golpe para las organizaciones populares y las comunidades cristianas; y tuvo repercusión mundial. Madre de cuatro hijos, nunca separó su fe cristiana de su compromiso con la defensa de los derechos de los indígenas y su ambiente natural. Dijo de ella el jesuita p.Ismael Moreno, muy allegado a su persona: “Fue una mujer de fuertes convicciones, con un arraigado amor a su pueblo. Nadie la pudo comprar, nadie la pudo domar. Tuvieron que matarla”. Promovía talleres de educación popular, organizaba marchas; se opuso a la privatización de los ríos y a las presas hidroeléctricas que impedían el acceso al agua y afectaban la agricultura de una multitud de humildes campesinos. Honduras es un país de enorme desigualdad y uno de los más peligrosos, junto a Guatemala y Colombia, para el activismo ambientalista. Contra Berta hubo atentados, amenazas de muerte y tuvo que vivir en forma clandestina. No dejaba de participar en las celebraciones de la comunidad cristiana y repetía frases de Jesús como esta: “He venido para que tengan vida y vida en abundancia”. Añadía: “No podemos esperar de Dios la solución de nuestros problemas; Él mismo confía en nosotros para solucionarlos”. Las empresas multinacionales, la policía y los militares montaron una campaña sistemática para difamar a Berta como antipatriota. Su madre y familiares tuvieron que dejar el país y ella dormía cada noche en un lugar diferente. Su lucha fue muy dificultosa como mujer y como indígena; pero en el 2014 recibió el Premio Goldman, también llamado el Nobel verde. Dijo en aquella ocasión: “Lo que nos mueve no son los premios sino los principios. Con o sin reconocimiento, hemos luchado y lo seguiremos haciendo por el bien de todos”. Participó del primer encuentro mundial de Movimientos Populares en octubre del 2014 en el Vaticano y habló frente al Papa. Hablando virtualmente con el policía que la amenazaba decía: “Tú tienes la bala, yo la palabra. La bala muere al detonar, pero la palabra vive y se multiplica”.
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