VATICANO: BALANCE DEL VIAJE PAPAL A IRAK

el Papa saluda desde el papamóvil, custodiado por varios hombres a pie que usan traje negro. Al fondo la gente saluda de pie desde la tribuna. Muchos usan tapabocas y muestran banderas de Irak. Son hombres y mujeres en vestimenta tipo occidental
Francisco llegando a la misa a celebrarse en el Kurdistán

La visita del papa Francisco a Irak del 5 al 8 de marzo ha sido recibida con entusiasmo y alegría por cristianos y musulmanes por igual. Todos recordaban cómo el papa Juan Pablo II se había opuesto enérgicamente a la guerra de Estados Unidos contra Irak en 2003 y había reclamado que Saddam Hussein no fuera ejecutado. La visita ha sido un signo de aliento y esperanza para un país desde hace años en guerra y víctima del terrorismo; una visita excepcional en una situación excepcional, también por la pandemia.

Ha sido un gesto de fraternidad inter-religiosa en medio de iglesias y mezquitas devastadas. El Papa celebró en la liturgia caldea con el cardenal Luis Rafael Sako, para manifestar la unidad de la Iglesia católica, aún en sus diversos ritos. Después de la invasión de Estados Unidos y la tiranía del Estado Islámico (ISIS) de 2014 a 2017, muchos cristianos han huido y el futuro de las minorías religiosas se ha vuelto cada vez más incierto. Y esto a pesar de  que el presidente iraquí Barham Salih se haya comprometido a “preservar la presencia histórica de los cristianos en el país, garantizando su seguridad y un lugar en el futuro de Irak”. El Papa fue a ese país para darle su apoyo a una Iglesia mártir. Por la persecución de ISIS, los cristianos han sido (junto a los yazidies) las mayores víctimas del terror. Tuvieron que dejar casas y aldeas, pero no traicionaron su fe. También la confianza entre cristianos y musulmanes fue resquebrajándose porque algunos ocuparon las casas de los cristianos. Irak es el país bíblico de la Mesopotamia (entre el Tigris y el Éufrates), el antiguo imperio babilónico, patria de Abraham, Ezequiel y Jonás; allí el pueblo de Israel sufrió la deportación y el exilio. En algunas partes aún se habla arameo. Los cristianos están presentes allí desde el primer siglo.
El Papa, después de Bagdad que vivía con toque de queda por la pandemia, se trasladó al sur del país para un encuentro inter-religioso en UR, la ciudad de Abrahán, el padre de las tres grandes religiones (judíos, cristianos y musulmanes). Allí se rezó la hermosa “Oración de los hijos de Abrahán”. Después fue al norte a Mosul, la segunda ciudad del país y que fue la capital de ISIS, con 30 iglesias completamente destruidas (hay solo una que funciona semanalmente). El acto central fue en Erbil entre los kurdos iraquíes con una misa en la que asistieron unas diez mil personas con asiento marcado. El Papa también se entrevistó el 6 de marzo privadamente con el ayatollah de 90 años Alí Al Sistani, la máxima autoridad religiosa de los chiitas (la rama minoritaria del Islam presente en Irak e Irán). Sistani había condenado los “atroces crímenes de ISIS contra las minorías religiosas” y a diferencia de Alí Jamenei en Irán, separa la política de la  religión. En atención a este encuentro histórico el presidente de la república declaró el 6 de marzo “Día nacional de la tolerancia y la coexistencia”.  Por la pandemia, fue limitada la cantidad de personas que pudieron acercarse al Papa que tuvo que viajar en coche blindado. El Papa había dicho: “Quiero ir aunque los cristianos y los demás solo me vean por televisión. Sabrán que el Papa está con ellos en su propio país. Yo soy el pastor de personas que están sufriendo desde hace mucho tiempo”. Francisco hizo un llamado contra la violencia y el fundamentalismo y también contra la interferencia extranjera en el país árabe. Pidió respeto hacia los derechos de las minorías, en particular de los cristianos y los yazidí. El papa Francisco quiere ser “pontífice” (=constructor de puentes) y  en sus viajes siempre ha priorizado las periferias sufridas de la Iglesia, clamando por la paz y la reconciliación entre los pueblos y religiones.