
En España ha suscitado especial escándalo el hecho de que algunos obispos (de Alicante, Mallorca, Tenerife, Murcia…) hayan recibido un trato privilegiado al anticiparse a su turno de vacunaciones. Los protocolos obligan a todos los ciudadanos a respetar el orden de las vacunaciones.
Es sabido cómo hay sacerdotes y religiosas que asisten diariamente a personas contagiadas, pero estos obispos por el contrario, con algunos acólitos, se saltaron el orden establecido y se colaron para vacunarse antes de tiempo. Han sido llamadas por la prensa “vacunaciones divinas”. Tampoco se aclararon las cosas después de la petición de perdón de algunos que pareció falso y táctico. Escribe el sacerdote mercedario Alejandro Fernando Barrajon: “¿Qué imagen de Iglesia se da a la gente sencilla de más de 80 años que aún no se han vacunado? ¿Qué imagen de Dios transmitimos a la gente? Se supone que el capitán es el último en abandonar el barco. En este caso los capitanes han agarrado el primer salvavidas dejando atrás a ancianos, mujeres y niños. Mucha gente frente a esto reacciona: “yo no creo más en los obispos y en los curas”; y tienen razón porque en la Iglesia hay que creer solo en Jesús y en aquellos que lo siguen”. Similar la reacción del teólogo José Castillo: “A la vista de estos hechos uno comprende cómo haya tanta gente que no quiere ni oír hablar de religión, de iglesia, del evangelio: parole, parole,parole… Estos obispos se han adelantado a millones de ciudadanos que viven angustiados por el contagio. Los obispos son sucesores de los apóstoles y a los apóstoles Jesús les dijo: “Los primeros sean los últimos y los últimos primeros” (Mc 10,31). Al mismo tiempo Castillo critica que los obispos de España en poco más de 15 años hayan inmatriculado y acumulado como bienes de la Iglesia nada menos que 34.961 inmuebles.
También en Perú el arzobispo de Lima Carlos Castillo se declaró “triste e indignado” tras conocer que el nuncio apostólico Nicola Girasoli se había vacunado en secreto fuera de protocolo. “Estos signos de privilegio son las cosas que más critica la gente con respecto de la Iglesia”, aseveró. La misma Conferencia Episcopal Peruana protestó porque 487 personalidades políticas recibieron en secreto la vacuna en lo que se llamó el “vacunagate”. Perú es uno de los países donde más cruelmente golpeó el coronavirus y la Conferencia Episcopal ha organizado la campaña “Respira Perú” con el objetivo de brindar oxigeno medicinal a los pacientes afectados por el virus. Dicen los obispos al referirse a las vacunas fraudulentas: “es el nuevo rostro del monstruo de la corrupción, de la crisis ética y de los valores que impiden el verdadero desarrollo del país. Se deja de lado a los que por más de un año se han sacrificado en primera línea contra esta pandemia, mientras un grupo insensible busca su propio interés. ¡Que estos hechos sean debidamente investigados y sancionados!”.
Algo parecido pasó en Argentina, lo que causó la expulsión del gobierno del poderoso ministro de Salud Ginés Gonzales García. La injusticia se ha dado también a nivel mundial. Ha dicho el secretario general de la ONU Antonio Guterres: “De la totalidad de las vacunas disponibles, el 75% ha sido aprovechado tan solo por 10 países; 130 países no han recibido aún ni una gota de vacuna. Hoy la equidad de estas vacunas es el más grande test moral y ético de la comunidad global. Es también un tema científico; si no hay una vacunación global, las variantes aumentarán y harán ineficaces las vacunas mismas. Que no nos podemos salvar solos, no es una piadosa exhortación sino la dura lección que nos da el virus”.
Debe estar conectado para enviar un comentario.