¿Y tú quién dices que soy yo?

Ante las múltiples respuestas que dan los apóstoles a la pregunta de Jesús sobre qué piensan los demás de quién es él, Jesús lanza una pregunta personal y colectiva, Marta en el evangelio de Juan también confesará que es el Mesías (el elegido) el hijo del Dios vivo.
Estas palabras en la contemplación del día a día nos marcan.

Lo primero que me surge pensar y cuando a los demás les preguntamos quién es Jesús, qué dicen de él. Pienso en los poderosos y en los pobres, en los jóvenes y en aquellos que por faltas y pecado de la iglesia han dejado de creer. Son múltiples respuestas que salen a nuestro encuentro, ¿qué escuchamos a nuestro alrededor ante esta interrogante? Luego la pregunta se vuelve desafiante, hoy cuando me la preguntaba ante el crucifijo me costaba responderla, pensaba del que me enamoré, después me preguntaba por qué me enamoré de Jesús y su evangelio, pasé por la historia de encuentros en mi vida, por los pasajes del evangelio leídos en tantos actos de amor contemplados a lo largo de mi vida por los pobres y pequeños… los que están en el día a día. Y la pregunta me seguía rondando…. ¿y tú quién dices que soy yo?… y pensando en esta pregunta que se le hace a Marta ¿crees esto? Me preguntaba si yo creía realmente las palabras de Pedro. Al contestar que sí, la siguiente reflexión fue, y ¿qué consecuencias ha tenido esto para tu vida? Y el corazón se me encogió. Y me sentí en cuaresma, caminando con Jesús… en diálogo, no culposo sino desafiante.
Tengo 37 años, y 28 desde esa conciencia de Jesús profunda en mi existencia y cómo ha cambiado mi vida desde ese lugar. ¿Qué significa el hijo del Dios vivo en mi vida? Es el hijo de Dios que habla y actúa en la historia humana, ahora a través de Jesús en sus palabras y sus acciones… después de tanto tiempo cómo revitalizan esas palabras en mi historia, en la posibilidad de un amor comprometido.
La confesión de Pedro, y las consecuencias que pueda tener para su vida son la posibilidad de una Iglesia viva. La confesión de fe será la marca distintiva de nuestras primeras comunidades cristianas, una Iglesia para gentiles, para no creyentes, para empobrecidos. La Roca de la Iglesia es la fe en la que Pedro y también Marta dicen que Jesús es el Mesías.
Somos mujeres y hombres llamados a vivir desde la dimensión del camino. A vivir un amor comprometido, un corazón profético desde aquel que dando un paso después de otro decidió voluntariamente dar su vida por amor a los suyos, amándolos -amándonos hasta el extremo-.
Que hoy este evangelio nos lleve a recuperar esa dimensión de la fe personal y colectiva que nos regala una nueva identidad al decir que creemos que Jesús es el Mesías, el hijo del Dios vivo.

María José
Hermana comunidad Adsis Uruguay.