Consuelo Vélez es una teóloga colombiana, profesora en la Universidad Javeriana de los jesuitas en Bogotá. Esta es su reacción a los cambios que se están dando en el Vaticano con respecto al rol de las mujeres: “Son algunas puertas que se van abriendo para las mujeres en la Iglesia; son aberturas pequeñas, tímidas y hay que tener una paciencia histórica hasta que se abran más…
…Hay que alegrarse con el nombramiento de una mujer en el Sínodo con voz y voto; ¿pero hasta cuando una sola mujer? ¿Por qué tanta resistencia a los cambios que harían de la Iglesia una comunidad de iguales? En el laicado en general hay mucho miedo a levantar la voz. Y sin embargo casi todos los cambios vienen de la base; se producen porque se levanta la voz. Hay que alegrarse por lo tanto por los cambios hechos, pero hay que seguir levantando la voz. Algunos temen que levantando la voz se pueda romper la comunión eclesial; puede suceder, pero también la comunión puede romperse con la pasividad, el aguante, el conformismo, el miedo, el creer que nada puede cambiar. Es natural que se corran riesgos, pero es preferible, según el Papa, una Iglesia “accidentada” que una Iglesia instalada y conformista. Es tiempo de predicar “ a tiempo y a destiempo” (2Tim 4,2).
Con la llegada del papa Francisco en 2013, nuevos vientos empezaron a soplar en la Iglesia. Su lenguaje sencillo, sin pretender decir siempre la última palabra, abrió muchas puertas. Su cercanía a los pobres ha sido muy conforme a lo esencial del Evangelio. No se han vuelto a escuchar condenas y excomuniones. Los grupos más conservadores se sienten incómodos porque el Papa no centra su discurso en el culto, la moral, las normas…, mientras han quedado bien impresionados los alejados de la Iglesia y los no creyentes. Pero las reformas estructurales no llegan. Los Sínodos despertaron muchas expectativas debido a un proceso de consultas muy valioso, pero las exhortaciones post-sinodales del Papa no han modificado la praxis eclesial. El tema del diaconado femenino parecería un tema que se empantana cada vez más. Existe el Diaconado Permanente para los varones; ¿qué impide a la Iglesia incluir también a las mujeres? Sobre el tema de la parroquia se habla hace tiempo de transformarla en comunidad de comunidades, pero esto no se ha logrado aún. La parroquia sigue siendo un lugar en el que la gente se mueve de manera anónima. Nadie te echa en falta si no vas un domingo al templo, a no ser que formes parte del círculo más pequeño que rodea al sacerdote. La estructura eclesial es muy rígida y llena de temor a los cambios; por eso no se arriesga todavía a ser una Iglesia Pueblo de Dios, de iguales, en salida, con responsabilidades compartidas”.
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