Casi diez mil fueron las personas arrestadas que participaron en las manifestaciones callejeras a favor de Navalny y en contra de Putin en 18 regiones del país. La televisión transmitió escenas crueles de represión policial. El Patriarca ortodoxo de Moscú, Kirill, aliado de Putin, le echó la culpa de los disturbios a los jóvenes: “Existe un problema de influjo negativo desde el exterior sobre nuestra juventud que a veces pierde la cabeza. Hay que contrastar ese influjo destructivo con pensamientos correctos e ideales y convicciones de principio. Es necesario controlar la información y las redes sociales que hoy dominan”.
El metropolita Hilarion dijo: “Involucrar a adolescentes en política es una violación del orden legislativo y los culpables deberían asumir sus responsabilidades”. Comparó la situación actual a los tumultos de 1917 que precedieron la revolución de octubre, advirtiendo sobre “las consecuencias que podría haber si siguen las protestas”. Hay que tener en cuenta que si bien según la constitución la religión y el estado son oficialmente separados, sin embargo bajo el gobierno de Vladimir Putin la Iglesia Ortodoxa parece ser la religión del estado y se ha beneficiado enormemente. Putin y Kirill se benefician mutuamente y ambos por su conservadurismo son aliados contra el influjo liberal de occidente. Por su parte el arzobispo católico de Moscú, Paolo Pezzi declaró a SIR: “Me parece exagerada la exaltación que se hace en occidente de la figura de Navalny como si fuera un Robin Hood, pero el gobierno debería ofrecer a los opositores respuestas más convincentes. Decir que todo anda bien y no hay problemas, no convence. Hubo algún exceso pero en general la gente salió a la calle de manera pacífica y civilizada. El malestar que se ha expresado ha de tomarse en serio, con respuestas concretas. Que la situación es difícil, es un hecho. La protesta no ha sido solamente de los jóvenes, sino de los adultos y hasta de los ancianos. El malestar se debe a cómo el estado administra la situación actual del país , en particular al permanente problema de la corrupción muy difundida; y en la actualidad a la poca transparencia en el manejo de la pandemia. El caso Navalny es sobre todo el síntoma del malestar por la falta de libertad de la oposición”.
Debe estar conectado para enviar un comentario.