PANDEMIA: LA ENSEÑANZA QUE DEJA

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El cardenal Mario Grech, nuevo secretario general de los Sínodos de Obispos dijo en una entrevista a Civiltá Cattolica: “La pandemia ha sacado a la luz cierta ignorancia religiosa o pobreza espiritual. Se ha insistido mucho en la libertad religiosa o de culto, pero poco se ha examinado la forma en que practicamos la religión. Algunos han dicho incluso que la vida de la Iglesia se ha interrumpido; y eso es realmente increíble. Muchos sacerdotes y laicos han entrado en crisis por no poder celebrar la misa con el pueblo, lo que es significativo…

En el evangelio de san Juan Jesús dice: “Ha llegado la hora de que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad” (4,21-23). La fe del discípulo no puede verse comprometida, debido también a cierto clericalismo, por la falta temporal de la liturgia y los sacramentos. Me parece curioso que muchas personas se hayan quejado de no poder recibir la comunión y celebrar los funerales en la iglesia, pero que pocos se hayan preocupado por cómo reconciliarse con Dios y con el prójimo, como escuchar y celebrar la Palabra de Dios en familia, cómo hacer de la familia la primera escuela de catequesis y cómo vivir una vida de servicio. Hay que volver a poner el Evangelio al centro de nuestra vida y de nuestro ministerio, ya que muchos todavía son analfabetos del Evangelio. La Eucaristía es fuente y culmen de la vida cristiana, pero no es la única posibilidad que tiene el cristiano para encontrarse con el Señor. Antes que ritos la fe es vida, antes que celebración es compromiso; nadie está privado de ofrecer un culto agradable a Dios. Es muy probable que en el pasado reciente nuestra actividad pastoral haya buscado conducir la gente solamente a los sacramentos y no, a través de ellos, a la vida cristiana. La mejor manera de experimentar el amor cristiano es en el servicio. Muchas personas se sienten atraídas por la Iglesia no porque hayan participado de una misa, sino por una experiencia significativa de servicio como hemos tenido la oportunidad de constatar durante la pandemia”.
A su vez, el teólogo Leonardo Boff escribe: “Hemos descubierto que la vacuna mejor para el coronavirus son los valores y actitudes que hoy, en una sociedad capitalista, son ausentes o muy raros. Lo que cuenta no es el lucro sino la vida, no es la competencia sino la solidaridad, no es el individualismo sino la cooperación entre todos, no el asalto a los bienes de la naturaleza sino su cuidado y protección. Este aislamiento social es una especie de retiro espiritual que lleva a interrogarnos sobre el sentido de nuestra vida. Nada es fortuito en este mundo; no hay que permitir que lo que nos pasa sea en vano. Lo que padecemos es un contraataque de la naturaleza agredida contra la humanidad. Un planeta finito no puede soportar un proyecto de crecimiento infinito y además a través de su misma devastación. La alternativa es la fraternidad, una vida más sobria, el cuidado de las personas y de los bienes de la naturaleza. Los seres humanos normalmente no aprenden nada de la historia, pero sí del sufrimiento. Que este sufrimiento no sea el sufrimiento de un moribundo, sino el del parto de una humanidad renovada y de una tierra amorosamente cuidada como nuestra única Casa Común”.