Escribe Leonardo Boff: “Estamos viviendo una situación de gravísimo caos. Hay un presidente totalmente inoperante sin preocuparse por el destino cruel de su pueblo, un negacionista estúpido y arrogante, propio de personas autoritarias, con señales de insania mental…
…Un jefe de estado debe buscar la unión y vivir las virtudes éticas y cívicas para dar ejemplo a los ciudadanos. Bolsonaro hace todo lo contrario y tiene claros síntomas de psicopatía, tolerado vergonzosamente por dirigentes que deberían denunciarlo por delitos de irresponsabilidad social, hacerlo dimitir o promover un impeachment jurídico. La historia será implacable con las omisiones de las autoridades negligentes y pasivas frente al genocidio sobre todo en Amazonia, también por la pandemia incontrolada, que se está dando. Lo que nos sucede no es fortuito sino fruto de algo preexistente y de larga duración en nuestra sociedad. A nivel histórico, hay cuatro sombras reprimidas por la consciencia colectiva de los brasileros y nunca reconocidas e integradas. La primera es el genocidio de los pueblos originarios; han quedado ahora 900 mil indígenas que siguen todavía perseguidos y discriminados como sub-humanos. La segunda es el pasado colonial que produjo un proceso de sumisión del mestizo, inclinando siempre la cabeza. La tercera sombra y la más perversa es la esclavitud de casi cinco millones de africanos a partir de 1538 hasta 1888; y se prolonga ahora con la población negra y mulata confinada en las favelas, objeto de racismo y cualquier tipo de discriminación. La cuarta es un país para pocos, es decir para las clases opulentas. Nunca ha habido un proyecto nacional que incluya a todos. Brasil es uno de los países más desiguales del mundo; siempre imperó aquí un capitalismo salvaje. Sobre este substrato se fundamenta y sostiene el actual gobierno ultraderechista y fascistoide. Los ateos éticos y humanitarios están más cerca del Dios de Jesús que muchos cristianos que se profesan como tales pero que usan el nombre de Dios para defender sus nefastas políticas individualistas y opresivas”.
Es muy preocupante que un país hermano y tan grande como Brasil esté gobernado por un desequilibrado que no toma en cuenta el medioambiente y tanto odio racial
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