
Al profeta Amós se le ha llamado el profeta de los derechos humanos, y es que la injusticia experimentada por los que más sufren tiene su raíz en los comienzos de la historia. La denuncia de Amós es tremenda, la expresión se introducen con la frase “por tres delitos y por el cuarto no lo perdonaré” esto representa que la paciencia de Dios se ha acabado, los números indican que no son pecados aislados, sino que son cometidos de manera intencional, la solidaridad, la preocupación por los otros es algo que ha acabado y esto es importante de mencionar ya que una de las características del anuncio profético de Amós va hacer justamente el llamado a un proyecto de solidaridad, y que se comprenderá desde la síntesis la restauración como posibilidad de esperanza ante un pueblo que lo ha perdido todo.
Amós hace un reclamo universal “en vez de criticar directamente a Israel, que es lo que debía hacer, comenzó criticando a los países vecinos. La gente, al oírlo predicar, empezó a acercarse para ver qué decía. Y escuchó cómo Amós, presentándose en nombre de Dios, mencionaba a las naciones enemigas de Israel y les comunicaba el castigo que se merecían por sus pecados”. (“EL PROFETA AMÓS Y LA JUSTICIA DEBIDA A LOS POBRES de Ariel Álvarez Valdés” en la web oficial éxodo.org, acceso el 03 de Junio de 2019. http:// http://www.exodo.org/el-profeta-amos-y-la-justicia-2/)
Los crímenes o pecados de las naciones son ante lo profundamente humano, Damasco por invadir territorios ajenos, Filistea por comerciar con esclavos, Fenicia por falta de fraternidad, Edom por odiar a sus vecinos, Amón por crueldad en la guerra, Moab por ultrajar a los muertos y Judá por su idolatría.
“Según Amós, a Dios le duelen todas las formas de crueldad e inmisericordia, practicada por los seres humanos donde sea. Por ello, pide cuentas a todos los pueblos de la tierra y la historia. Pero condena y pide cuentas sobre todo a Israel por ser su pueblo elegido.” (2 José Luis Elorza Drama y Esperanza II. Un Dios desconcertante y fiable. Los profetas de Israel, (Gipuskoa: Fontera, 2006), 38)
En el capítulo dos y a comienzos del tercero, Yahvé a través del profeta expresa con claridad el dolor y enojo que siente, por el amor entregado a Israel. Ellos que han sido sacados de Egipto y que fueron conducidos por el desierto, ellos que presenciaron a los profetas y que tuvieron jóvenes consagrados han corrompido todo, callando a los profetas y pervirtiendo a los nazireos.
Amós pone toda su fuerza en el discurso contra la mujeres de Samaría, la expresión de indignación sobre el sufrimiento causado a los más débiles es evidente, “oprimen a los indefensos, explotan a los necesitados” (Am 4; 1) los delitos éticos y sociales son claros, todo está pervertido, desde lo judicial se odia a quien juzga correctamente, y al que dice la verdad se le mira con desprecio, subyugan a los justos, se permiten sobornos y maltratan a los que son indefensos, desde lo económico pisotean a los más pobres y les quitan todo lo que tienen, pasan por sobre los humildes, falsean las balanzas, para dar menos y cobrar más, le quitan la libertad a los desvalidos con dinero, y lo dejan todo para ellos. La dimensión religiosa está dañada de igual manera, Yahvé rechaza el culto sin sentido, es decir el rito que no tiene realmente una conciencia del otro, de pasar por lo más sagrado de Dios que es el ser humano. “Odio, desprecio sus fiestas, me disgustan sus celebraciones. Me presentan holocaustos y ofrendas, pero yo no los acepto ni me complazco en mirar sus sacrificios de novillos gordos. Aparten de mí el ruido de sus cánticos, no quiero oír más la música de sus arpas. Hagan que el derecho corra como agua y la justicia como río inagotable” (Am 5, 21- 24)
Todo está trastocado, y aquello es imperdonable. El pecado de Israel es tan profundo que es inconsciente de lo que está realizando. Se encuentra en la raíz de su alma. Lo experimentado y dicho profeta Amós se hace real y patente en nuestra sociedad actual, permitiendo así poder realizar una reflexión teológica sobre cuáles podrían ser las palabras de Dios en nuestro presente. La crítica de Amós, donde denuncia la actitud de los poderosos, ya sea políticos, religiosos, jefes de estado y particulares que se aprovechan de los indefensos, se hace plenamente real.
“¿Cómo entender esto? Que se asimile la violencia contra el pobre y la profanación del nombre de Dios quiere decir, que Dios toma partido por los pobres y por los que viven la discriminación, es más, Él mismo está presente y actuando en ellos. Dios en el profeta propone la comunidad nueva que debe ansiar el dinamismo de la Pascua definitiva, es decir, el paso de una condición marcada por el pecado, traducido en desigualdad y marginación, a un estado de plenitud y libertad.” (Juan Pablo Espinosa Arce, «Igualdad y no discriminación imaginación profética y eclesial del otro mundo es posible», UCMaule – Revista Académica N°46 – (2014): 51).
Más que un juicio de valor sobre si aquello es o no es, lo cual podría evidenciar una propia mirada, hay un ejercicio de reflexión interesante para terminar este escrito. Primero, ¿cómo se puede vivir un profetismo actual? ¿Qué características debe tener? ¿Y sobre qué actitudes debe denunciar?
Ante los hechos que hoy acontecen ¿cuál sería la palabra de Dios para nuestro Pueblo? Quizás una forma de poder resolver este planteamiento es una mirada objetiva a los sucesos políticos, económicos y religiosos que abundan en nuestros días. La migración forzada de miles y miles de personas hacia distintos países por la escasez de alimentos y oportunidades, el cierre de fronteras de países vecinos que se encarcela a quienes actúan con principios de ayuda humanitaria, países poderosos que hacen sucumbir a los naciones más pequeñas con promesas de ayuda tanto económicas como de pacificación que terminan haciendo más daño aún, cosificación de la sexualidad permitiendo muchas veces ver al ser humano sólo como un objeto de consumo más que un sujeto con conciencia, valores y principios que le hacen ser persona, perversión ante la persona – templo sagrado del Espíritu Santo- mediante la incasable situación de abusos sexuales, poder y conciencia que hoy se ve evidenciada la iglesia. Hoy podríamos hacernos realmente la pregunta de si realmente ¿vivimos según la alianza de sabernos profundamente amados y salvados por el Señor? ¿Desde dónde actuamos? Hacernos los sordos muestra el vacío de nuestra vida y nuestro egoísmo nos hacer lo mismo que el Pueblo de Israel, nuestro pecado se ha hecho desconocido para nosotros mismos.
María José Encina Muñoz.
Hermana Comunidades Adsis – Uruguay.
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