Se ha celebrado el 2 de diciembre pasado el Día Internacional para la “abolición de la esclavitud en todas sus formas”. Con esta expresión se entiende la esclavitud moderna que abarca la trata de personas, la explotación sexual, el trabajo infantil, el matrimonio forzado, el reclutamiento de niños soldados, el trabajo forzado.

Es la situación en la que una persona es obligada a sufrir situaciones inhumanas sin que pueda negarse debido a la coerción, las amenazas, el abuso de poder. Se calcula que la esclavitud moderna afecta a 40 millones de personas en el mundo, de las cuales la cuarta parte son niños. Hay 150 millones de niños y niñas condenados al trabajo infantil; hay 12 millones de niñas obligadas a casarse. La esclavitud moderna no solo afecta a países de África y Asia sino a todo el mundo. Las más afectadas por esta lacra son las mujeres y niñas, representando el 71% del total; casi 29 millones. Casi todos dicen estar en contra de esta esclavitud, pero muchos no reconocen que existe en su propio territorio. El papa Francisco es uno de los grandes líderes que impulsan la erradicación de este flagelo y el 2 de diciembre pasado otra vez pidió que no se cierren los ojos sobre la angustiante tragedia de estas víctimas.