Apenas tenemos información históricamente fiable de los primeros 30 años de la vida de Jesús. Esto se debe a la escasez de las fuentes (las únicas son Mateo y Lucas) y al carácter marcadamente teológico que estas tienen. Los “evangelios apócrifos” de la infancia de Jesús no tienen casi ningún valor histórico. Estos son relatos muy tardíos y que solo tienen la intención de llenar arbitrariamente los vacíos de los evangelios canónicos, cuyos relatos sobre la infancia de Jesús fueron los últimos en escribirse y se basan en tradiciones orales recibidas.
TESTIGOS DEL MENSAJE
Lo que sabemos es que Jesús vino al mundo “bajo el reinado de Herodes” (Mt 2,1). Por el historiador judío Flavio Josefo también sabemos que este rey murió el año 4 antes de Cristo. Por otra parte si la masacre de los niños de Belén de la que escapó el niño Jesús fue obra de Herodes todavía vivo, significa que el nacimiento de Cristo ocurrió unos seis años antes de lo que establece, desde el siglo sexto, el calendario cristiano. No se conoce tampoco en la historia el censo del que habla Lucas (2,1-2) durante el reinado de Cesar Augusto. Sabemos por otra parte que los autores sagrados de las Escrituras no son infalibles como historiadores, pero sí como testigos del mensaje de salvación. No sabemos el mes y el día en que nació Jesús; la fecha del 25 de diciembre fue establecida para toda la Iglesia por el papa León Magno en el año 440 d.C. No es solo el caso de Jesús. Se ignora la fecha de nacimiento de grandes hombre de la antigüedad por la sencilla razón que nadie nace siendo ya un “gran hombre”. En cuanto al lugar de nacimiento, Lucas sigue a Mateo y lo que le interesa a Mateo que escribe a judíos cristianos es que Jesús como descendiente del rey David nazca en Belén, la ciudad de David. De Belén debía venir el Mesías, tal como interpretaban los judíos las palabras de Miqueas (5, 1-3). Por eso Mateo y Lucas afirman expresamente que Jesús nació en Belén, cerca de Jerusalén. Más que una información histórica, parece haber sido una prueba teológica de que Jesús era el Mesías, descendiente del rey David, que Dios había prometido a Israel. Hay que recordar que los episodios de la infancia de Jesús son más teológicos que históricos y el objetivo de los evangelistas no es ser historiadores sino fortalecer la fe de los nuevos cristianos. Por otra parte, Marcos y Juan presentan a Jesús como si hubiera nacido en Nazaret. El evangelio más antiguo, el de Marcos, da a entender que Jesús nació allí y que esa era su tierra natal (Mc 6,1). En Juan se lo conoce como el “el hijo de José de Nazaret” (1,45), “Jesús de Nazaret” o el “Nazareno” (término que se usaba en forma despreciativa). De hecho Nazaret era una aldea de Galilea tan pobre y marginal que, a diferencia de Belén, nunca es nombrada en las Escrituras o en el Talmud de los judíos, ni por el historiador judío Flavio Josefo en sus obras. De allí la pregunta de Natanael a Felipe: ¿puede salir algo bueno de Nazaret? (Jn 1,46).
LA REALIDAD DE LA NAVIDAD
En realidad el saber si Jesús nació en Belén o en Nazaret tiene un valor relativo, porqué el mesianismo de Jesús no tenía nada que ver con el mesianismo tradicional de los judíos que esperaban a un rey poderoso como David y que iba a liberar al pueblo judío de la dominación romana. El hecho incuestionable es que Jesús nació en un ambiente pobre y campesino, donde había pastores con sus rebaños y pasó sus primeros años alternando entre la vida de familia y la sinagoga del pueblo. Según san Justino (+155 d.C.) que era palestino y conocía los lugares mencionados, Jesús nació en una gruta y, de grande, fabricaba arados y yugos. Los pastores no eran gente devota o de ir al templo y cumplir con las prescripciones de los maestros de la Ley; por eso tenían mala fama. La primera característica de la navidad de Jesús es que nació en la pobreza y a los primeros que anunció su llegada fue a los pobres y marginados. Maria era una humilde aldeana y José un carpintero y ambos vivían en la “justicia” (Mt 1,19), que en la Biblia significa una ejemplar obediencia a Dios. En realidad Mateo le dedica tan solo una frase al nacimiento de Jesús (Mt 1,25). Todo el capítulo segundo de su evangelio está dedicado a relacionar teológicamente la historia de Jesús con la historia pasada de Israel. La llegada de los Magos recuerda cuando la reina de Saba visitó con sus regalos de oro, incienso y piedras preciosas al rey Salomón; y Jesús es más que Salomón. Jesús es el nuevo Moisés al que Dios llama para liberar al pueblo de sus pecados. La masacre de los inocentes recuerda la matanza de los niños judíos recién nacidos por el Faraón y como Moisés se salva milagrosamente igual que Jesús. Jesús vuelve de Egipto para liberar a su pueblo como hizo Moisés después de haber huido; pero Jesús es más que Moisés. Este es el trasfondo de la teología de Mateo que quiere demostrar que todo se cumplió en Jesús tal como lo habían anunciado los profetas (Mt 1,22; 2,15,18).
INFANCIA Y ADOLESCENCIA
Jesús creció en el ámbito de un clan formado por varias familias como se usaba en aquel tiempo en un marco patriarcal. Había vínculos familiares y fraternos entre todos los miembros del parentesco. Por eso unos primos de Jesús serian llamados “hermanos del Señor” (He 1,14). El primer obispo de Jerusalén, Santiago (no el de los Doce), será uno de ellos. Jesús es llamado “hijo de Maria” (Mc 6,3), pero nunca estos primos son llamados “hijos de Maria”. Jesús pasó 30 años asumiendo y valorando la vida cotidiana de la familia, el trabajo, el estudio, la diversión, la buena vecindad, la oración diaria y la meditación de las Escrituras. Jesús nunca se arrepintió de aquellos largos años; nunca los consideró tiempo perdido. El conocimiento de Jesús no era sobrehumano, sino limitado como el de cualquiera de su edad. Dice Lucas que “crecía en sabiduría” (2,52) yendo a la sinagoga y aprendiendo su oficio. Aprendió las Escrituras sobre las rodillas de su madre y en la sinagoga. Rezaba como todos los judíos dos veces por día y los sábados en la sinagoga donde aprendió a leer y escribir, pero no hizo estudios superiores ni frecuentó ningún maestro o doctor de la Ley. Jesús hablaba arameo, el dialecto común de la gente. En los evangelios han quedado algunas palabras suyas arameas: “talita kum, effatá, abbá, eloí eloí lamma sabactani”. Pero en la sinagoga aprendió a leer también el hebreo bíblico (Lc 4,16-21). Al comienzo de su vida pública tendría unos 34 años y al morir el 7 de abril del año 30, unos 37 años. En Mc 6,3 a Jesús se le llama “el carpintero”. La palabra griega “tekton” con la que se designa ese oficio heredado de José, hace referencia al trabajo manual de la madera como carpintero, pero también de la piedra y del hierro. En un pueblo chico Jesús pudo haber ofrecido distintos servicios para llevar el pan a la mesa. En el episodio relatado por Lucas en 2,41-52, más que hablar del niño perdido y hallado en el templo, habría que hablar de Jesús adolescente que descubre su vocación en una edad en la que muchas veces los padres siguen tratando a los adolescentes como a nenes. Jesús no es un chico rebelde ya que al volver a Nazaret, les sigue obedeciendo como siempre (Lc 2,51). Tal como sucede con tantos padres, José y María no lo comprendieron. Tendrán que recorrer ellos también el camino de una fe difícil, esperando con paciencia que todo se aclare. Dios mismo todo lo aclarará a su debido tiempo, aún a costa de largos años oscuros y sin relevancia.
P.C.
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