“El diablo a todas horas” es una película de 2020 dirigida por Antonio Campos y estrenada en Netflix.
Basada en la novela del mismo nombre de Ronald Ray Pollock.
El “diablo a todas horas” es un drama psicológico, y también teológico. Son varias historias no lineales, que tienen algo en común, el personaje del joven huérfano Arwin Russell, interpretado con bastante solvencia, por Tom Holland. Uno está acostumbrado a ver a este chico británico, bailarín y luego actor, a desempeñarse como Spiderman, el superhéroe, pero aquí se luce en un papel dramático que no es sencillo de interpretar.
Todos los personajes más adultos son gente trastornada por la Segunda Guerra Mundial, en especial el padre de Arwin.
La historia transcurre en un aparentemente pacífico y sencillo pueblito llamado Knockemstiff, del estado de Ohio, pero en él se desarrolla una historia dramática y horriblemente sangrienta. En ella, además de las secuelas de la Guerra, se destacan la maldad y perversión de personas que sólo velan por su propio bienestar y no miran a los demás, sino como contendientes y enemigos, o peor aún, como objetos para sus placeres egoístas y malsanos.
Lamentablemente, varios de ellos justifican sus obsesiones, maldades y corrupción, con una creencia en Dios, fundamentalista y mágica, que justifica los peores actos de maldad y corrupción.
La gente cree que Dios está con ellos, pero en realidad parece que quisieran servir al Diablo.
Algunos bien intencionados, otros no tanto.
El desarrollo de la historia
Aclaro que la obra no es para niños o gente impresionable, pues de entrada nos muestran a unos soldados entre los cuales está el padre de Arwin, Willard (Bill Skarsgard) que avanza junto a sus compañeros en una isla donde han estado los japoneses. Allí se encuentran a un marine todavía vivo y agonizante, clavado en una cruz. Se sabe que la crueldad de los soldados japoneses con los prisioneros era horrible. El hecho es creíble, tal vez basado en un hecho real, además sabiendo que el marine era cristiano, no es raro que lo hayan hecho. Pero a Willard, el ver a su compañero así, y el tener que ejecutarlo ya que no tenía salvación, por la tremenda pérdida de sangre, termina trastornado, y le escribe a su madre que no puede volver a rezar.
Termina la guerra y aparentemente todo se encarrila, pero no todo está bien en la mente de Willard. Aunque parece un padre amoroso y tierno, a pesar de su timidez e introversión, edifica un lugar de oración en el patio trasero de su pequeña casa, y allí obliga a su hijo a rezar frente a una tosca cruz, que él mismo plantó con unos palos.
La espiritualidad de Willard, así como la de todos los personajes de la historia, es un evangelismo fundamentalista cerrado, que interpreta la Biblia en forma super literal. Se presentan unas comunidades evangélicas muy individualistas, cerradas en la figura de pastores carismáticos y hábiles predicadores, con poder absoluto sobre las conciencias y el espíritu de sus fieles.
Siguiendo esta escuela; Willard cree cerradamente en Dios, pero es un Dios juez y severo que todo lo ve y ante el que no se puede reír, ni mentir. Además Willard obliga a su hijo Arwin a orar en voz alta. Las cosas se complican cuando la mujer de Willard -Charlotte- enferma gravemente, y estando embarazada.
Su vida corre peligro, pero Willard y Arwin oran pensando que Dios la puede salvar.
Pero al empeorar la mujer, Willard crucifica al perrito de Arwin en la misma cruz, y obliga al niño a rezarle a Dios para que acepte el sacrificio del animal, y salve a su esposa.
El pobre Arwin termina obviamente traumado, pero no quiere rezar más después de esto (quien lo culpa ¿no?) Willard, luego de la muerte de Charlotte se suicida.
Entre la locura, la venganza y el deseo de una justicia casi imposible
Luego de quedarse sin padres, Arwin es entregado a su abuela paterna, que tiene que cuidar a su nieta, la hija de su hija Helen, que casada con un predicador trastornado, termina siendo víctima de la locura de su esposo, que la mata y luego trata de resucitarla.
Este seudo pastor, predicaba en la lglesia, ya que tiene fama de sanador, y el anciano pastor local le permite hacerlo. Estos pastores no saben nada de la Biblia: mezclan todo y toman mágica y literalmente, y en forma inconexa, textos bíblicos aislados.
El resultado de estas “locuras” y delirios religiosos, es que dos niños, Arwin y Lenora (la hija de Helen), quedan huérfanos.
Pero un nuevo pastor (Robert Pattinson) llega a la Iglesia y Lenora (Lenisa Scarlett) ya no es una niña sino una joven adolescente, ingenua y piadosa, que cree (para su desgracia) lo que el joven pastor le dice. Este abusa de ella, y le advierte que no debe decirle a nadie el secreto que hay entre ellos. La pobre trata de ahorcarse, para que nadie sepa de su deshonra. En el último momento, casi antes de saltar se arrepiente, pero con tan mala suerte, que el nudo corredizo que intenta quitarse se aprieta y la joven cae al vacío. Arwin llega tarde a rescatarla y sólo puede descolgar su cuerpo muerto de la horca improvisada. Luego se entera por el forense de que estaba embarazada, y sospecha del pastor. Lo espía y termina comprobando la verdad de lo ocurrido, y encara al pastor. Logra hacerle confesar el abuso sexual y el embarazo de su hermana y le mata con una pistola Luger alemana que era de su padre, y su abuelo le había regalado en su cumpleaños (todo muy cristiano, por supuesto).
Luego se enfrenta a la hermana del policía corrupto del pueblo, que junto a su esposo abusaban sexualmente de muchachos jóvenes a quienes obligaban a tener sexo con ella y luego su esposo les sacaba fotos y les mataba.
Arwin casi cae víctima de ellos pero se defiende y les mata, luego el policía corrupto le persigue, y él lo enfrenta. El muchacho protagonista se ve acorralado y trata de defender a su familia, pero no denuncia a los criminales, sospecha de todos y sabe que la policía también está corrupta. Así que termina haciendo justicia por su propia mano.
El espectador siente naturalmente empatía con el pobre muchacho que se debate entre la culpa y el deseo de defender a su familia. Yo personalmente no pude condenarle. Me pregunté si yo no hubiera hecho lo mismo. Y créanme, no sé la respuesta aún.
Conclusiones
Se pueden hacer muchas lecturas de este drama, pero yo que soy cura y debido a mi profesión, hice -como el título mismo de la película me sugiere- una lectura religiosa.
En primer lugar, el evangelismo fundamentalista extremo que es practicado en algunos estados de Estados Unidos es un peligroso fanatismo, contra el cual este film nos alerta.
Se trata particularmente del evangelismo reinante en el famoso “Cinturón Bíblico” que abarca extensas regiones del país. El Estado de Ohio es considerado parte del mismo.
No creemos que todas las Iglesias evangélicas caigan en este extremo. Dentro del mundo protestante y evangélico hay gente honesta y piadosa, pero este es el peligro de un fundamentalismo efectista, milagrero, y anticientífico, como el que abunda en algunas regiones de la nación del norte, y que lamentablemente ha sido exportado a América Latina también.
De aquí provienen los pastores mediáticos y teleevangélicos como Jimmy Swaggart, Benny Hinn, Pat Robertson, etc. Ellos son defensores de la “teología de la prosperidad” que manipulando textos bíblicos sostienen que si uno es pobre es porque es pecador, porque Dios favorece económicamente a los buenos y generosos fieles, que sobre todo se caracterizan por donar su dinero (el famoso diezmo) a la Iglesia (o más bien al pastor de turno).
El pastor de la película exigió como vemos mucho más de su grey, como la sumisión sexual de algunas jóvenes feligresas.
Aquí en el cono sur se destaca como exponente de esta teología el multimillonario Pastor Edir Macedo, antiguo quinielero de Río de Janeiro, que se dedicaría al negocio religioso. Poseedor de un canal de televisión y varios medios de prensa y comunicación. Este pastor autoproclamado obispo regentea una Iglesia de su propiedad, que no es reconocida por las Iglesias Evangélicas más respetables reconocidas por la Conferencia Mundial de Iglesias. Siendo además un decidido partidario del actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
Peligros de esta corriente
La película nos muestra los peligros de esta corriente pseudo cristiana. Para mi, una verdadera herejía. Ella sumerge al hombre en la superstición y en la negación del sentido común y la ciencia.
Son estos grupos unos de los principales responsables de la difusión del Covid 19: ellos creen en su universo mágico que Dios los inmuniza, y son responsables de contagios y muertes de los feligreses que creyeron en ellos. A este tipo de grupos se refirió el cardenal Sturla.
El peligro del individualismo
Si no hay controles, ni una comunidad responsable de la formación de los pastores y líderes religiosos, ocurren estos lamentables sucesos.
Si el poder del ministro religioso es tan absoluto, es fácil que surjan pastores abusivos y desleales que vean a sus fieles como ignorantes e inferiores a ellos, y ocurran los abusos.
¿Acaso esto no ha pasado ya en nuestra Iglesia Católica? Es necesario estar siempre alertas y vigilantes, pues lo que hay que defender es a los fieles cristianos. Sobre todo a los más pobres e inocentes. El clericalismo, al que el papa Francisco definió como un peligroso cáncer que corrompe a nuestra Iglesia, tiene su paralelismo con este fenómeno que la película nos describe.
El Pastor no es un iluminado servidor de Dios a quien no se le puede cuestionar. Es y debe ser como indicó Jesús, un servidor de su Pueblo.
Si hay algo que Jesús quiso fue formar una Iglesia, una comunidad que tenía reglas de convivencia, y a la cual concebía como una comunidad fraterna, donde nadie es superior a nadie, y donde los pastores son servidores de su pueblo, y no sus dueños (Confr. Mt 20,20-28; también Mt 23, 8-12).
Tal vez, los católicos nos deberíamos sentir cuestionados por esta película que revela una patología religiosa, que nace en contextos donde los pastores tienen un poder casi absoluto sobre sus fieles.
La Iglesia Católica ha vivido estas situaciones, y en gran parte debería haber una reforma y reformulación del Derecho Canónico que tiene insuficientes contenciones, y les concede muchos poderes a los ministros (obispos y presbíteros). El mal uso de estas leyes -en forma abusiva por algunos pastores- ha provocado las crisis de abusos sexuales de sacerdotes a menores o a adultos.
La reforma de Francisco va en este sentido de contener y disminuir el poder de la jerarquía, en favor del pueblo de Dios, pero los sectores más conservadores, incluso en la Curia Romana, se resisten a ella.
Eduardo Ojeda