Felipe Arizmendi es el séptimo cardenal de México y en ocasión de recibir el cardenalato hizo estas reflexiones en una entrevista a la revista “Proceso”. “La Iglesia en México no promueve ningún partido católico, como lo hacen algunos grupos evangélicos neopentecostales, ni entra en competencia con estos grupos que tienen afán de poder. Más que pelear, tenemos que unirnos para luchar para el bien del país…
…El presidente tiene como aliados a los evangélicos que buscan posicionarse en el gobierno y en el Congreso. Nosotros no luchamos por un poder político o económico. Los católicos que actúan a nivel político o legislativo hagan valer sus principios religiosos. Porque hay algunos que llevan una vida doble. Por un lado son creyentes, bautizan a sus hijos y los mandan a colegios religiosos y después llevan una vida totalmente distinta a la hora de gobernar o hacer política, involucrándose en la corrupción y olvidando sus principios y el bien común. Más que un partido político, queremos buenos políticos. He dicho en alguna ocasión que la Iglesia está apoltronada; pero no solo en México. Estamos muy cómodos en nuestro trabajo y no vemos más allá. También como Iglesia a veces nos equivocamos a pesar de los grandes documentos del Concilio, Medellín, Puebla, Aparecida. Hace tiempo se habla de dar más lugar a las mujeres y no siempre lo hacemos, de una Iglesia más pobre y no siempre somos tan pobres como deberíamos. A nivel personal seguiré apoyando las causas de los indígenas y sus derechos. Vengo de la selva Lacandona; soy hijo de campesinos y mi madre era muy religiosa pero analfabeta y no me gustan los ropajes que nos ponen a los cardenales, caros y de príncipes. Por ahora hay que tolerarlos; yo ofrezco esto a Dios como un sacrificio. En una ocasión el papa Francisco me confió como le cuesta la que considera ‘la tortura del protocolo’. El cardenalato con su color rojo, significa dar la vida hasta la sangre, pero no tanto por el Papa sino por Cristo y su Pueblo. El Papa, a través de mi persona, ha querido honrar a los pueblos indígenas. El gobierno federal de México se había resistido a que el papa Francisco viajara a Chiapas, pero él se empeñó en hacerlo e inclusive rezó sobre la tumba del “tatik” Samuel Ruiz. Hay resistencia también en la Iglesia para darles lugar a los indígenas en las estructuras eclesiales. Hicimos también varias casas para los migrantes centroamericanos (hay más de cien albergues en todo el país) que siguen creciendo; les damos protección jurídica en diálogo con las autoridades y defendiendo sus derechos”. Se le preguntó al neo-cardenal sobre la última encíclica del Papa. “Es extraordinaria sea para los creyentes como para los no creyentes. Por ejemplo sobre el tema de las guerras y los armamentos. Estados Unidos produce muchísimas armas, pero estas armas llegan después a México y finalmente a las bandas criminales. Estados Unidos piensa en los negocios; su economía depende mucho de la industria armamentista, pero esta solo sirve para destruir. No se preocupa por controlar la venta y el destino final de esas armas que producen tantas muertes. Lamento que no se le dé importancia a esta encíclica de Francisco y no se lea (hasta los sacerdotes) en su integridad. A mí me llevó varios días leyendo, subrayando, meditando, orando. Es un documento para la historia”.
Debe estar conectado para enviar un comentario.