BOLIVIA: PASADO Y FUTURO

Noticiero boliviano

El p.Boris Calzadilla superior de los Redentoristas en Bolivia, declaró: “Hemos tenido a Evo Morales en el gobierno por 14 años. La primera gestión es digna de ser valorada; hubo un programa social, los pueblos indígenas tuvieron participación, hubo programas de alfabetización y campañas de salud, se construyeron hospitales, servicios básicos para la gente, carreteras. Se redujo la pobreza. Después cambiaron los actores políticos y entró gente en el gobierno que no representaba ni a las clases populares ni a los pueblos originarios…

…Utilizaban el discurso indigenista, socialista, populista pero en realidad eran pequeños burgueses. Llegaron a ocupar todos los espacios de poder: el judicial, el legislativo, el Tribunal Supremo Electoral, el alto mando policial y militar. Empezó la persecución a los opositores, la corrupción generalizada e impune, el narcotráfico a todos los niveles. Y finalmente chocamos con la terquedad de Morales de querer continuar en el poder por encima de la Constitución y a pesar de que el pueblo había dicho que “no” a la reelección en 2016. Lo hizo a través de un acto electoral en octubre del año pasado que fue cuestionado por fraudes. Hubo múltiples protestas hasta que los militares lo urgieron a Morales a renunciar para pacificar el país. Hoy en la sociedad tenemos nuevos actores: los jóvenes y su protagonismo es impresionante. Tenemos el derecho de exigir a los nuevos gobernantes que no caigan en la lucha de clases ni en medidas neoliberales sino que promuevan un democracia inclusiva, con independencia de poderes, justicia social y que el centro de la economía sea el ser humano, su bienestar y sus derechos”. Los obispos reconocieron que las recientes elecciones de este año fueron limpias y contundentes. En la etapa de transición no se pronunciaron ni a favor ni en contra, sobre todo para condenar las brutales represiones  y por utilizar la religión cristiana cuando la presidenta de facto, blandió la Biblia desde el balcón del palacio Quemado como oponiéndose a las culturas indígenas y a sus “supersticiones” religiosas. En efecto los obispos nunca aceptaron de buen agrado que la religión católica dejara de ser la religión oficial de Bolivia y mermara su hegemonía en los actos oficiales frente al protagonismo indígena.