En los debates sobre el proyecto de ley de aborto en Diputados, habló también el cura villero p.José Maria Di Paola que afirmó: “Entre los fundamentos que brindó el presidente Alberto Fernandez al presentar el proyecto dijo que “había hecho una promesa y la cumplió”. Sería interesante que nos dijera ante quien se comprometió, a quien le prometió. Al pueblo seguramente no; al pueblo de las villas y de las provincias tampoco…
…La hipocresía es plantear que el aborto es una necesidad de los pobres, que se lo promueve en beneficio de ellos. Los curas y las religiosas que vivimos y trabajamos en las villas y barrios populares aprendimos de los vecinos que toda vida vale. Una madre aquí no es solo la madre de sus hijos sino también de las chicas y chicos del pasillo. Sería suficiente con que los funcionarios hicieran fila en los centros de salud y en los hospitales para darse cuenta de lo que realmente necesitan los pobres y en especial las mujeres pobres. Como contracara se ve la hipocresía de esta sociedad que niega al pobre la posibilidad de adopción por no tener, por ejemplo, un título de propiedad. ¿A quién le prometió el presidente? Hay una innegable vinculación entre la legislación del aborto y el sistema de usura internacional. Es la misma historia que vivimos hace dos años con el FMI. Causa cierta indignación que mientras estamos trabajando para que la gente tenga un plato de comida y cuidando de su salud, se nos venga con este proyecto de ley que no tiene nada que ver con la necesidad de la gente y más en medio de una terrible crisis socio-económica causada por la pandemia. Ha faltado además un debate serio, científico, para convencerse de que hay una nueva vida humana en el embarazo (el ministro de Salud dijo que no hay dos vidas; está tan solo la vida de la madre y el otro es un “fenómeno”). Señores diputados y senadores no se coloquen en el lugar de Dios, dejen que hable la ciencia y ustedes gobiernen realmente para los pobres y no para las elites capitalistas ilustradas. Hagamos entre todos un país donde se ame la vida”. También el pastor evangélico Osvaldo Carnival dio su testimonio: “Acompañé a cientos de mujeres en el proceso de perdonarse a sí mismas por haber abortado, pero nunca encontré a una mujer que se arrepintiera de haber tenido un hijo”. El obispo villero Gustavo Carrara: “Cuando una mujer humilde de nuestros barrios va a hacerse la primera ecografía no dice: “vengo a ver este montón de células” sino “vengo a ver cómo está mi hijo”. Andrea Imbroglia, la representante de Cáritas que trabaja en más de 30 diócesis acompañando a mujeres embarazadas durante su gestación: “El aborto no es un pedido de los pobres que lo miran como una crueldad. Lo afirmamos desde una realidad que conocemos y en la que vivimos, no desde una ideología, ni desde la religión ni desde los escritorios”. La palabra empeñada solemnemente por el presidente era la de unir a todos los argentinos y no de profundizar la brecha, insistiendo además sobre un proyecto que ya se debatió y rechazó hace dos años.
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