
El obispo de Basilea y presidente de la Conferencia Episcopal Suiza, Felix Gmur, escribió en una revista católica de Zurich: “Sacerdotes, diáconos, agentes pastorales y feligreses de una diócesis deberían participar y aportar su voz cuando se trata de elegir al obispo de su propia diócesis para garantizar una adecuada representación del Pueblo de Dios. No debe ser a través de una campaña electoral al estilo político, sino de un proceso de discernimiento espiritual que lleve a una decisión lo más unánime posible. Sin excluir a las diócesis vecinas y por supuesto al Papa que deberá confirmar la elección. Hasta ahora es solo el Papa el que nombra directamente a los obispos, según el Código de Derecho Canónico; pero antiguamente la Iglesia daba una amplia participación al Pueblo de Dios. San León Magno dijo: “El que debe presidir a todos, ha de ser elegido por todos”; y esa era la norma”.
El protagonismo de los laicos en la Iglesia sigue siendo un piadoso deseo, sea por parte de los laicos que han de crecer en la consciencia de su propia identidad y responsabilidad, sea por parte de los ministros ordenados que no dan pasos y ven a los laicos tan solo en clave de suplencia. Así se ha dicho en el Congreso de los Laicos españoles de este año que reunió a 1.867 congresistas, 70 obispos y 153 sacerdotes.
Ha escrito el teólogo español Jesús Martinez Gordo: “Es tiempo de cambiar. Si el Papa quiere renovar las estructuras y cambiar el papado ha de empezar con cambiar la manera de elegir a los obispos. Se trataría de volver a una larga y venerable tradición de la Iglesia”.
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