En una entrevista radial dijo el arzobispo Víctor Manuel Fernandez, de La Plata, con respecto a la última encíclica del papa Francisco: “Para un creyente católico una encíclica no es “una opinión más”. Es un pedido que nos hace el Señor en un momento determinado de la historia. No siempre tenemos esta actitud de fe ante un texto del magisterio papal. A veces afirmamos con los hechos que si la encíclica no dice lo mismo que yo opino, está para tirarla a la basura. Pero para el que realmente es creyente, estos textos nos estimulan desde el Espíritu Santo a desarrollar aspectos en nuestra vida cristiana de los que quizás carecemos…
…La del Papa no es una opinión más; es parte de su magisterio. Lean directamente la encíclica, sin mediaciones; no a través de las interpretaciones de ciertos dirigentes políticos o de algún periodista que odia a Francisco. En la encíclica el Papa afirma que no existe peor pobreza que la de no tener trabajo, que los empresarios tienen la noble vocación de producir riqueza y fuentes de trabajo, que no todo se reduce a una cuestión de méritos. Y esto está claro cuando hay una persona discapacitada o un chico pobre que no tiene la posibilidad de desarrollarse a través del estudio y del trabajo. Hay gente privilegiada que dice que los pobres lo son porque no quieren trabajar. Esa gente ha perdido todo pudor y se expresa con total crudeza. El estado debe apoyar a los más débiles. Algunos dicen que la encíclica es horizontalista y masón y que no tiene nada que ver con el Evangelio y la fe. Es una real locura decir esto. El Papa se esfuerza para llegar a todos los hombres de buena voluntad, no solo a los católicos y a toda la humanidad de este tiempo. Cuando lo católicos salimos a defender la vida contra el aborto, no comenzamos a citar pasajes bíblicos que a muchos no le dicen nada. No defendemos la vida porque sea un dogma o una cuestión religiosa (si fuera así no podríamos imponerlo a los no creyentes) sino por ser el primero de los derechos humanos. Por otra parte, toda la encíclica gira alrededor de la parábola evangélica del buen samaritano y de nuestra fe en Cristo y su Evangelio. Que nadie me diga que la encíclica no es cristiana. El mandamiento del amor y de la fraternidad es el corazón del Evangelio y de la encíclica. Lo importante es difundir los textos; dejar que hable el mismo Francisco. Son párrafos atractivos y contundentes”.
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