Dehonianos en Uruguay: una misión y una propuesta concreta

El pasado lunes 9 de noviembre se han celebrado los 80 años de la presencia de la congregación dehoniana en Uruguay. Dando inicio a un año de homenaje y reconocimiento, tuvo lugar a las 18 horas una Misa de acción de Gracias en el Santuario Nacional de la Gruta de Lourdes, en Avda. de las Instrucciones 2223, de Montevideo. Con la presencia de Sacerdotes del Clero Diocesano y religiosos, y con la concurrencia de fieles de varias comunidades, así como de las vecinas Hnas. de Calcuta, tuvo lugar la celebración presidida por el p. Manoel -director del Santuario y párroco de El Salvador-. La Comunidad Shalom colaboró en la liturgia y la Parroquia de Pompeya «prestó» sus monaguillos.

Transcribimos a continuación el texto de la homilía del p. Manoel:

Homilía de la Misa de los 80 años de la presencia Dehoniana en Uruguay

Nosotros, los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús, nos presentamos a menudo como “Dehonianos” en referencia cariñosa a nuestro Fundador, el Venerable, el P. Léon Dehon. Nos comprometemos a vivir y compartir el carisma, la espiritualidad y las obras del P. Dehon en la Iglesia y en el mundo, dejando fluir este manantial permitiendo que crezcan frutos (Ez 47,12) para el Reino de Dios.

Nuestra Congregación surgió en 1878 y se extendió rápidamente, porque su vida reflejaba una continua respuesta a las expectativas sociales y espirituales de la gente. Llegamos en tierras orientales con el apostolado junto a las familias de los obreros, aquí en este sitio de la Gruta de Lourdes.
Con amor, consagramos al Señor nuestra vida y nuestras energías para proclamar el Evangelio del Amor y para servir a nuestros hermanos, particularmente en aquellas situaciones y zonas más difíciles y necesitadas, donde estamos ubicados, El Pinar, ciudad de la Costa y aquí en Montevideo.

Nuestra experiencia religiosa es al mismo tiempo una misión y una propuesta concreta, tal vez una invitación, a todo aquel que, movido por el Espíritu Santo, sienta la llamada a entregarse totalmente para proclamar la Civilización del Amor entre los pueblos y naciones y venga el Reino del Corazón de Cristo.
Reconocemos que nuestra respuesta dehoniana al llamado divino “presupone una vida espiritual”. Estamos convencidos de que la espiritualidad fortalece nuestra identidad y debe seguir siendo una fuente real de nuestro servicio apostólico, educativo y social en estas tierras. En esta relación profunda entre lo espiritual y lo apostólico, reconocemos una importante dimensión de nuestro carisma en la Iglesia. La espiritualidad nos permite entender mejor nuestro mundo y guía nuestra misión.

Empezamos la presencia dehoniana en el Uruguay con la visita del mismo P. León Dehon, realizada en 1906. Sus primeros pasos en tierra uruguaya nos ayudan a descubrir algunas características de nuestra presencia actual. El Padre Dehon fue la primera gota del torrente de agua de misioneros como dijo el profeta en la primera lectura.
En 1932 la familia belga de los Steverlynck implanta una fábrica textil en nuestro país. Se instala en el Barrio del Reducto en la Avenida San Martín y luego en Avenida Instrucciones. Uno de los pioneros será entonces Leonardo Steverlynck, un joven empresario belga que ya desde 1922 se encontraba en el Río de la Plata habiéndose establecido, los primeros 10 años, en Argentina. Recordamos a él en esta celebración, como dijo el Padre Dehon en una de sus notas cotidianas: “cuando rezamos, sabemos escuchar la voz de Dios por medio de su pueblo”.
Junto a su fábrica se promueve un plan social de viviendas que dará origen al “Pueblo Nuevo” (ahora Barrio Municipal) habilitado en el mes de mayo de 1940.

En las iniciativas de este industrial belga podemos descubrir los rasgos de un modelo “socialcristiano”, ya experimentado en el viejo continente y seguido por algunos pioneros industriales del nuevo mundo.
Para completar la obra, además de la fábrica, de las viviendas, la escuela, el club social-deportivo y el diario, no podía faltar la Iglesia, la casa de Dios, como dijo Jesús en el Evangelio.

Leonardo Steverlynck había elevado al arzobispo de Montevideo, mons. Juan Francisco Aragone, un pedido para construir una Iglesia para una futura sede parroquial. Leonardo Steverlynck se preocupó también de ir buscando al sacerdote para la atención de la futura parroquia. El día 6 de noviembre de 1940, llegaba a Uruguay el p. Juan Karskens. En uno de sus cuadernos de anotaciones de diciembre de 1940, el P. Juan Karskens escribió: “hay mucho desafíos en la nueva misión, he tenidos algunas dificultades en el Apostolado, pero lo que me consuela y de dar alegría es que El Salvador del Mundo me acompaña, pues la obra es Suya y de su Corazón”.

Partiendo de la visión evangélica de nuestro Fundador, el p. Dehon, descubrimos y experimentamos en el signo del Costado Abierto y del Corazón Traspasado de Cristo, nuestro Salvador, el amor único y totalmente gratuito de Dios, que salva. A lo largo de estos 80 años hemos servido a la Iglesia Uruguay en el apostolado parroquial, en la educación y en la misión social.
Nosotros dehonianos, acogiendo al Espíritu, que hace de nosotros nuevas criaturas, queremos corresponder a ese Amor siguiendo la vida de Jesús. Uniéndonos así en su perfecta oblación al Padre y a los hermanos hasta la donación total de sí mismo en la cruz y queriendo imitar a María en su plena disponibilidad al proyecto de Dios, ofreciendo todo lo que hacemos, aquí en La Gruta y en El Pinar, sobre todo nuestras personas y nuestras vidas, para el servicio del Reino.

Prestamos así nuestra humilde colaboración en la obra reparadora de Cristo, sirviendo a la misión de la Iglesia del Señor en Uruguay en constante atención a los hombres, llevando el amor y la reconciliación de Dios principalmente a los más necesitados de amor.

Hoy damos inicio a un Año dehoniano en Uruguay, para rescatar la historia. En la homilía de Misa de Jueves Santo del año 2008, el papa Benedicto XVI decía: “cuando rescatamos la historia, la memoria de aquellos que nos precedieron, nos acercamos a la fuente de nuestra vocación de cristianos”. Hoy empezaremos -nosotros, dehonianos- este camino, de ir a la fuente de nuestra misión, para ir al encuentro de aquellos que necesitan sentir el amor de Dios.