“FRATELLI TUTTI”: LA IGLESIA FUERA DEL GUETO

Apoyándose sobre el ejemplo de una persona aparentemente no religiosa como el buen samaritano de la parábola evangélica, el Papa afirma que “a veces quienes dicen no creer, pueden vivir la voluntad de Dios mejor que los creyentes” (n.74). Y se pregunta por qué a la Iglesia le llevó tanto tiempo condenar con contundencia a la esclavitud (n.86), haciendo una clara autocrítica.

Lo mismo podría decirse de los valores de la modernidad como los derechos humanos y preguntarse cómo la Iglesia condenó la libertad religiosa y la fraternidad entre iglesias y religiones aún bajo Pio XII en 1948 y 1950. La Iglesia que se había encerrado en sí misma quedándose en la defensiva, ahora con Francisco quiere salir. Lo explica con lucidez la importante revista italiana dehoniana Settimana: “Hasta ahora las encíclicas papales estaban dirigidas a los obispos y fieles de las Iglesia Católica, y eran a partir del evangelio y de la doctrina de la misma. Ya con “Laudato si” Francisco cambia el esquema: parte del análisis de la realidad, iluminada después por la fe y se abre al diálogo con todos y a la colaboración de todos para encontrar nuevos caminos. Francisco, que promueve una Iglesia en salida, habla a todas las personas (n.6) aún fuera de la Iglesia Católica. Y habla de común acuerdo con el ortodoxo Bartolomé en la anterior encíclica y ahora con el Gran Imán musulmán Al-Tayyeb. Francisco quiere salir del templo y unirse a todos los que buscan un mundo mejor; por eso adopta las mejores banderas de la modernidad: la libertad, la igualdad y en especial la fraternidad desde la fe cristiana.  El neoliberalismo quisiera encerrarlo en la sacristía, pero él se lanza a hablar de ecología, economía y política; lo hace en defensa, ya no de la Iglesia, sino de la persona humana. Pero sin casarse ni con el iluminismo ni con el marxismo. No propone una tercera vía como lo hicieron Pio XI Y Pio XII que soñaban con una sociedad cristiana. Sin relativizar su fe en Cristo y en el evangelio, el Papa habla al mundo de hoy en términos no confesionales sobre valores comunes, impulsando un “humanismo solidario” a nivel global”.
El mismo jefe de la Iglesia Anglicana y arzobispo de Canterbury, Justin Welby, reconoció: “Es una encíclica verdaderamente cristiana y ecuménica, en la que el Papa no solo cita al patriarca ortodoxo Bartolomé  sino también al pastor bautista Luther King y al arzobispo anglicano Desmond Tutu. También cita al Gran Imán de El Cairo y se inspira en los escritos del Mahatma Gandhi. Por eso tiene fuerza universal. Su inspiración es profundamente cristiana, pero marca una visión que también los no creyentes pueden suscribir. Este extraordinario Papa ha hecho al mundo otro servicio con esta carta que es casi un libro. Tengo la sincera esperanza de que no solo sea leído sino también llevado a la práctica”.