Su verdadero nombre es Carlos Alberto Libanio; es un hermano dominico brasileño, escritor y periodista, muy conocido en América Latina. Preguntado por el diario “Página 12” sobre las causas de la pandemia contestó: “Es una venganza de la naturaleza, resultado de una devastación de años por parte del ser humano. Es el resultado de lo que venimos haciendo en los últimos 200 años con la explotación máxima de los recursos naturales. Esto ha provocado un descontrol de la cadena de la naturaleza, totalmente desarticulada. La naturaleza puede vivir sin nosotros, pero nosotros necesitamos de ella”.
Efectivamente según la ONU el aumento de las catástrofes naturales se debe al cambio climático. Estas catástrofes de 3.600 en 2000 han pasado a 7.348 al día de hoy. Inundaciones y huracanes se han duplicado y ahora se esperan grandes olas de calor. Sobre la situación de Brasil afirma Betto: “En Brasil la situación es desastrosa; tenemos un gobierno neofascista, genocida y mentiroso. Utiliza los fundamentalismos religiosos para legitimarse. Bolsonaro no se preocupa ni de la salud ni de la educación porque le conviene tener al frente una masa de ignorantes. En la pandemia solo se escuchó la voz del gobierno, experto en sembrar falsas noticias”. Sobre la Iglesia: “Como Iglesia, durante los dos pontificados conservadores de Juan Pablo y Benedicto, hubo 34 años de desmovilización de la Iglesia de base con sus comunidades eclesiales. Todo esto dejó espacio a la contraofensiva de la derecha evangélica y de las iglesias electrónicas importadas desde Estados Unidos. No hemos trabajado en la alfabetización política del pueblo, en el fortalecimiento de los movimientos populares y en la democratización de los medios de comunicación. La jerarquía intermedia todavía tiene poder y no ha sido totalmente renovada. Tenemos una gran cantidad de obispos y curas que son muy conservadores y no quieren comprometerse en lo social como pide el papa Francisco. Nuestra tarea principal hoy es volver a las bases, a las villas y favelas, a las periferias, a los pobres y excluidos; por allí tenemos que caminar para evangelizar. Como cristiano soy optimista. No podemos considerar ningún momento histórico como definitivo”.
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