ACUERDO VATICANO-CHINA: REACCIONES EN ESTADOS UNIDOS

Shangai: frente a la Basílica de Nuestra Señora de Sheshan.

El mundo católico de Estados Unidos parece muy escéptico y hasta disconforme con el acuerdo del Papa con los comunistas chinos; muchos de ellos acusan al mismo Papa de comunista e izquierdista por sus críticas al sistema económico imperante. Los obispos no han hecho ningún comentario y menos aún han salido en defensa del Papa frente a la embestida de Mike Pompeo (secretario de Estado).

Donald Trump en su candidatura se apoya sobre el voto de los evangélicos blancos pero también sobre una gran masa de conservadores católicos. El ex nuncio apostólico en Washington Carlo Maria Viganó, que llegó inclusive a exigir la renuncia del papa Francisco, pidió a los católicos el voto para Trump a fin de que siga luchando “contra las fuerzas demoníacas del nuevo orden mundial. Se está dando hoy una batalla entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas. Las elecciones presidenciales en noviembre representan  un desafío epocal, un desafío bíblico, cuyo resultado será decisivo no solo para Estados Unidos sino para el mundo entero. Trump es el mayor defensor de los valores supremos de la civilización cristiana (de la vida, de la familia, la religión y la patria)”.
Sobre el Acuerdo del Vaticano con el gobierno chino, se dijo que era abandonar a los cristianos perseguidos, que después de la firma los chinos no mantendrían la palabra, que no integrarían a los clérigos clandestinos, etc. La realidad ha demostrado que hubo acercamiento entre comunidades católicas clandestinas y oficiales, entre los obispos chinos, con asambleas nacionales sobre formación en los seminarios, liturgia y catequesis. No todos los problemas se han resuelto pero se ha creado un clima nuevo, antes inconcebible, más allá del acuerdo sobre nombramiento de los obispos con la última palabra dejada al Papa, reconociéndolo por lo tanto como jefe universal de los católicos. El cardenal Pietro Parolin ha revelado además que Benedicto había apoyado el borrador del Acuerdo con China, con la esperanza de unir a los católicos chinos y evitar un cisma. Los obispos  que habían sido consagrados ilegítimamente pidieron perdón al Papa. Hoy el centenar de obispos que hay en China son todos reconocidos por el Papa y están en plena comunión con Roma, por primera vez desde mediados del siglo pasado. Como dijo el analista Ian Johnson los resultados definitivos se verán entre veinte o treinta años; pero se ha empezado a caminar. El Vaticano sigue una estrategia dialoguista trazada ya por Juan Pablo II y Benedicto, mientras Estados Unidos ha cambiado su rumbo. Ya en 1967 el presidente Richard Nixon había dicho: “No podemos permitirnos dejar a China fuera de la familia de las naciones”. Y Joe Biden en 2011: “Una China que crece representa un desarrollo positivo no solo para China sino también para América y el mundo entero”. Con la actual opción nacionalista y de aislamiento por parte de Estados Unidos, todo ha cambiado. El papa Francisco está llenando un vacío dejado por otros, consciente de que todos estamos en la misma barca y juntos debemos enfrentar los desafíos comunes, como el de esta pandemia que no es un problema chino sino de todos. Justamente sobre la pandemia que devasta Estados Unidos los obispos y varias asociaciones católicas han enviado una carta pública al presidente Trump reclamando una gestión eficaz, urgente y solidaria: “Es hora de que nuestros dirigentes hagan lo que les corresponde  para la salud de todos, dejando de lado la política partidista y dando prioridad a la vida humana”.