ESPAÑA: “LAS CÁRCELES SON INVISIBLES”

El obispo auxiliar de Madrid, José Cobo, acaba de asumir el cargo de responsable de la pastoral penitenciaria de España y dijo en una entrevista: “En España hay 162 capellanes de cárceles acompañados por 2.560 voluntarios. Atendemos las áreas religiosa, social y jurídica. Hay muchos proyectos de acompañamiento, reinserción social, ayuda  a las familias, búsqueda de empleo. Pero chocamos con muchas prevenciones…

…La prisión es invisible a la sociedad y también a la Iglesia. La cárcel no se ve y se busca no verla; no es tema de conversación. No se puede ir allí cuando uno quiere como a un hospital, a una escuela, o a cualquier edificio público. Mucha gente escucha hablar de la cárcel tan solo por televisión, a través de casos y delitos mediáticos; no hay idea de cómo es, de cómo son los presos. Todavía hay gente en la Iglesia que cree que  quien está en la cárcel es una persona mala y los buenos están afuera. Los capellanes de las cárceles jamás preguntamos sobre delitos;  muchos de nosotros ni conocemos el delito de los presos con los que hablamos  o que participan de la misa: son personas humanas y hermanos, eso es todo. Muchos se extrañarían al saber que los presos han rezado para todos durante la pandemia. Nosotros nos fijamos más en las personas que en el delito, tratamos de darles nuevas oportunidades y no castigos, confiamos en ellos sin juzgarlos, humanizamos espacios y relaciones”.
Sobre este tema escribió el teólogo José Arregi: “La búsqueda de la verdad y la justicia y una justa reparación son indispensables. Pero el modelo actual de cárcel con largas penas y en situaciones a veces inhumanas, ¿repara los daños, beneficia a alguien?. ¿Sirve para evitar que otros caigan en los mismos delitos o que los mismos delincuentes se rehabiliten? Hoy la cárcel es vista tan solo como un castigo y no logra que disminuyan los delitos ni que se recuperen los presos. No puede haber justicia sin reparación pero hoy la cárcel no repara nada y el preso termina de perder su propia dignidad y la esperanza. No hay que seguir atrapados en la lógica del delito-castigo sino buscar otros modelos más humanizadores para frenar el crimen y recuperar a las personas”. Hablando en una cárcel de mujeres dijo el papa Francisco: “Una condena sin futuro no es humana; es una tortura”. Uno de los eslóganes de Cáritas es: “Ponte en su lugar”. Muchos presos viven la mayor de las pobrezas: sin autoestima, sin esperanza, sin amigos, marginados de la sociedad y sin sentirse queridos por nadie. Es la mayor de las pobrezas.