El papa Francisco habló por videomensaje a los 190 representantes de los países presentes en la Asamblea General de la ONU, en ocasión de su 75º aniversario. Pidió perdonar la deuda a los países más pobres, cerrar los paraísos fiscales, prevenir la evasión y el reciclaje de dinero, lograr el desarme nuclear y terminar con la carrera armamentista, renovar totalmente la arquitectura financiera internacional.
Pidió que haya una vacuna anti-coronavirus accesible para todos. Ya en días pasados había dicho: “Sería triste si al promover la vacuna, se diera prioridad a los más ricos o si estas vacuna se convirtiera en propiedad de esta o aquella nación. Demasiadas personas y sobre todo niños mueren por no tener fármacos que están disponibles en otros países; y esta es una injusticia. Lamentablemente hoy se escucha más a las grandes compañías financieras que a los que mueven la economía real, se escucha más a las empresas multinacionales que a los movimientos sociales, se escucha más a las compañías farmacéuticas que a los profesionales sanitarios, se escucha más a los poderosos que a los débiles e indefensos”. En la ONU el Papa defendió la Agenda 2030 y los Acuerdos de París sobre el clima, una salud pública que beneficie sobre todo a mujeres y niños de todo el mundo, la ecología integral, la cooperación entre estados en contra de los nacionalismos exacerbados, la defensa de los migrantes y víctimas de las tratas. Arremetió también contra los colonialismos ideológicos y lamentó que instituciones internacionales promuevan el aborto como servicio esencial, en vez de luchar por el derecho a la vida y el cuidado permanente de la vida. Recordó que la gran lección de la pandemia era que “no podemos vivir sin el otro, o peor aún en contra del otro”.