
En sus catequesis recientes el Papa ha dicho sobre las vacunas contra el Covid que la salud es un derecho que no se puede comprar ni vender.
Dice Francisco: “Lamentablemente hay una lucha de intereses entre los que quisieran apropiarse de las vacunas para después venderlas a los demás o aprovechan la ocasión para sacar ventajas económicas y políticas; y están también los que no se interesan de nada y se lavan las manos: son los devotos de Poncio Pilato. La política, que hoy no goza de muy buena fama, debe tener como objetivo el bien común y poner al centro la persona humana. La salud no es únicamente un problema individual, sino también un bien público. Una sociedad sana es la que se interesa por la salud de todos. Un virus que no conoce fronteras debe ser enfrentado superando barreras, fronteras y obstáculos. Más que competir, tenemos que compartir sobre todo con los más vulnerables y terminar con la cultura del descarte”. El Papa criticó también el desinterés por los migrantes y refugiados. Lamentó que haya gobernantes que los vean como una amenaza. Dijo: “Es inaceptable y nunca podremos resignarnos a que quienes buscan una esperanza de vida cruzando el mar, mueran sin recibir ayuda. Nadie puede quedar indiferente a tragedias humanas como se dan en el Mediterráneo que es un mar de frontera pero también de encuentro de culturas. Hay que dar una respuesta más humana y coordinada a los retos de las migraciones. Es impensable afrontarlo construyendo muros. Hay que convertir las fronteras en ventanas de comunión y de diálogo en la diversidad”. En los días pasados un tercio del campamento de Moria en la isla griega de Lesbos donde estuvo el Papa, ha sido arrasado por un incendio. Desde hace cinco años, olvidados por Europa, en esa isla hay 13 mil refugiados y entre ellos 4 mil niños. En una entrevista, el cardenal Konrad Krajewski que ya estuvo tres veces en la isla de Lesbos en nombre del Papa volviendo con decenas de refugiados, se mostró indignado: “No es cierto que no haya lugar para ellos en Europa. Hay falta de voluntad política. Hay que liberar a la gente de ese “campo de concentración” europeo” tal como lo ha llamado el Papa y cerrarlo. Lo que ha ocurrido es fruto de una política inhumana que mata, contraria a los valores europeos. Esa gente recupera la esperanza entrando en Europa y Europa, junto a sus derechos, pisotea también su esperanza”.
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