El reconocido vaticanista italiano Marco Politi en el diario “Il fatto quotidiano” escribe: “Apaciguar es la consigna del papa Bergoglio para esta etapa de su pontificado; lanzar puentes para superar la guerra interna de la Iglesia Católica». El diario de los obispos “Avvenire” ha dado gran espacio a un libro que se titula: “Francisco y Benedicto, una sola Iglesia”. Es una selección de discursos de los dos Papas con la intención de alejar la sombra de una contraposición entre los dos y entre los dos bloques que los acompañan desde hace seis años.
Es cierto que hay sintonías, sin embargo no se puede negar una “escalation” agresiva de los tradicionalistas contra Francisco. Se calcula que un treinta por ciento de la jerarquía, del clero y de los laicos más allegados a la Iglesia, es el que lleva adelante esta oposición sobre todo en los sitios web. El sínodo de Amazonia ha representado el momento más agudo de este enfrentamiento. Se comprende entonces como la prefación del libro sobre los dos Papas ha sido escrita personalmente por el Secretario de Estado card. Pietro Parolin que insiste en la “continuidad teológica y magisterial” de Francisco con los papas anteriores, si bien con una diferencia de estilo. La realidad es menos idílica. No por nada el cardenal Müller definió a “Querida Amazonia” como “un documento de reconciliación que servirá a evitar facciones intraeclesiales, a reducir abandonos silenciosos y una abierta oposición”. Por eso Francisco ha frenado, consciente de que la oposición era creciente y más poderosa aún por ser subterránea. Ya el cardenal Roger Etchegaray había profetizado: “En los primeros tiempos Francisco gozará de una especie de luna de miel, pero vendrá el momento en que se encontrará entre la espada y la pared”. Este es el momento. Al entrar en una larga etapa de pre-cónclave, es evidente que el papa Francisco quiere llevar paz a una Iglesia dividida. Efectivamente el 5 de septiembre en una manifestación política en Roma se ha aclamado a Benedicto y se ha llegado a quemar una imagen del papa Francisco con el número 666 del Apocalipsis. La opinión del director de “Civiltá Cattolica” p.Antonio Spadaro, jesuita muy allegado al Papa, es sin embargo algo diferente a la de Politi: “El Papa es un reformador, pero su tarea es iniciar o acompañar procesos históricos abiertos, no la de cortar cabezas o conquistar espacios de poder. El Papa no detiene los debates en la Iglesia, no descarta nada; sigue adelante escuchando y meditando. Para el Papa no hay hoja de ruta; el camino se hace andando. Una Iglesia sinodal es donde se puede hablar, pero también se debe escuchar. El próximo Papa no podrá ignorar las semillas plantadas por Francisco y no podrá dar marcha atrás”.
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