a la luz del Sínodo “los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”
Hno. Diego Díaz, scj
El Sínodo(1) de los Obispos sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, que tuvo lugar en octubre de 2018, estuvo teñido de una gran novedad en la dinámica sinodal pedida por el papa Francisco: el silencio. Al dedicar el Sínodo a los jóvenes, uno pensaría que estaría cargado de bullicio y de música, lo que no faltó; pero el detalle fue que —luego de escuchar cuatro o cinco exposiciones— el Papa implementó un tiempo de silencio para “rumiar, decantar, desentrañar y orar” lo que se había escuchado en el aula sinodal. Esto representó un gran cambio para los obispos, quienes realizaron su reflexión y discernimiento de cara a los jóvenes como presente y futuro de la Iglesia.
En este artículo doy a conocer la dinámica con que se llevó a cabo el Sínodo y ofrezco una síntesis de los temas tratados con el fin de ayudar a enfocar el trabajo de la Pastoral Juvenil, considerando la energía y el entusiasmo de miles de jóvenes que participaron en proceso del V Encuentro Nacional de Pastoral Hispana/Latina en Estados Unidos (2018) y en la XXIV Jornada Mundial de la Juventud en Panamá (2019). El acompañamiento pastoral y la formación serán la clave en este nuevo empuje al que nos ha desafiado el papa Francisco en su exhortación apostólica postsinodal Christus Vivit (2019).
Dinámica del Sínodo sobre los jóvenes
Sin dudas, este fue un Sínodo diferente. Sus tres pasos preparatorios lo hicieron un proceso único, al conjuntar la colegialidad de los obispos y la consulta al pueblo de Dios.
- Consulta inicial
Se abrió un espacio de consulta al pueblo de Dios joven entre los 16 y los 29 años para que hablarán de su vida y expresaran sus expectativas al reflexionar sobre el Documento Preparatorio al Sínodo. Sus aportes tenían como fin “interrogarse sobre cómo acompañar a los jóvenes para que reconozcan y acojan la llamada al amor y a la vida en plenitud, y también pedir a los mismos jóvenes que los ayuden a identificar las modalidades más eficaces de hoy para anunciar la Buena Noticia”(2).
Los jóvenes pudieron dar su opinión a través de una consulta organizada por la Conferencia Episcopal de su país, así como respondiendo a un cuestionario digital abierto. La incorporación de plataformas y redes digitales sociales, como Facebook y Twitter, marcó una gran diferencia en esta etapa.
- Reunión pre-sinodal en el Vaticano
Alrededor de 300 jóvenes participaron en dicha reunión, la cual duró cinco días. Entre ellos hubo: jóvenes delegados de todas las conferencias episcopales, seminaristas, hermanas y novicios/as; representantes de asociaciones y movimientos apostólicos; estudiantes de escuelas y universidades católicas; jóvenes activos en el mundo de la cultura, el voluntariado, la política y el deporte, representantes, de otras confesiones cristianas y religiones; con habilidades diferentes o que habían vivido el drama de la prisión, la trata humana o la tóxico-dependencia.
El papa Francisco, quien estuvo presente todo el tiempo, los motivó a hablar con valentía; sin vergüenza. Les señaló que sus aportes eran esenciales y les hizo un gran llamado:
Jóvenes, los necesitamos. Ustedes nos incitan a salir de la lógica del “siempre se ha hecho así”. Esta lógica es un veneno; un veneno dulce, porque tranquiliza el alma y deja como anestesiado sin poder caminar. Salgamos de la lógica del “siempre se ha hecho así” para permanecer, de manera creativa, en el surco de la auténtica tradición cristiana, que siempre ha de ser creativo”(3).
Además, el Papa invitó a sus hermanos obispos a salir de la lógica del “siempre se hizo así”, que por lo general asfixia la vitalidad y la creatividad de los jóvenes. Cuando eso sucede, la frescura y la novedad del compartir la buena noticia del encuentro con Jesús pierde su sabor entrando en un espiral de repeticiones y tradicionalismos, y las comunidades se vuelven lugares poco amigables y atrayentes para ellos.
En el pre-sínodo, los jóvenes participaron en grupos lingüísticos y realizaron sus aportes por medio de una plataforma digital. El resultado fue un documento de gran valor, que recogió la experiencia de una realidad joven y multifacética, fue organizado en tres grandes partes y sus aportes fueron considerados en la preparación del Instrumentum laboris o cuaderno de trabajo para guiar las sesiones de reflexión durante el Sínodo(4):
1) Desafíos y oportunidades de los jóvenes en el mundo actual
2) Fe y vocación, discernimiento y acompañamiento
3) La acción educativa y pastoral de la Iglesia
- El Sínodo
Durante el Sínodo de los obispos estuvieron presentes 34 jóvenes provenientes de todos los continentes, en calidad de auditores, pudiendo expresar su voz, pero no votar. También tuvieron espacios para dialogar con los obispos y religiosos que ejercieron su voto sobre las conclusiones.
El Sínodo siguió el método tradicional “ver-juzgar-actuar”, utilizando las siguientes expresiones “reconocer, interpretar y elegir”, que marcaron sus tres pasos:
1) Reconocer: la Iglesia escucha la realidad de los jóvenes
2) Interpretar: la fe y el discernimiento vocacional
3) Elegir: caminos de conversión pastoral y misionera
Francisco señaló una y otra vez que valora y quiere escuchar a los adolescentes y a los jóvenes, que ve en ellos una presencia activa y una fuerza entusiasta en estos momentos de la historia de la humanidad. Les pidió que asuman su vocación cristiana y que sean protagonistas de una transformación social basada en una evangelización a fondo y en la orientación de su vida hacia la santidad.
Desafíos para una pastoral juvenil discípula y misionera
El Documento final del Sínodo toma como fondo el texto de los Discípulos de Emaús (Lc 24, 13-15). Tiene tres partes, tituladas: “[Jesús] caminó con ellos”, “Sus ojos se abrieron [a la presencia del Señor]”, “Partieron sin demora [a llevar la buena noticia de que Jesús estaba vivo]” y finaliza con la llamada de Dios a la santidad(5).
- Un mundo plural y en constante cambio, con jóvenes en situación de exclusión y marginación
A partir de este texto bíblico, la acción discipular y misionera es colocada como telón de fondo en un documento destinado a guiar a la Iglesia en su atención a los jóvenes bajo la acción del Espíritu Santo. Para entender el documento hay que leerlo con ojos de búsqueda y deseo de encontrar a Jesús, tratando de captar su espíritu y de identificar los desafíos pastorales más importantes que plantea teniendo en cuenta la realidad, local, nacional y global. A continuación, presento cuatro desafíos sobresalientes:
La experiencia del Sínodo y del encuentro preparatorio puso de relieve que los jóvenes viven y se mueven en un mundo cada vez más plural y heterogéneo. Atrás quedó la visión de cristiandad generalizada por un solo relato. El mundo de hoy enfrenta cambios sociales profundos y constantes, que han provocado la exclusión y marginalidad de muchos sectores juveniles. Los jóvenes hoy le piden a la Iglesia la construcción de espacios alternativos para aquellos que quedan fuera del sistema, profundizando así la dimensión social de la fe.
El papa Francisco, fiel a su estilo pastoral, nos invita una vez más a acompañar a este mundo joven, plural y en constante cambio, como lo expresa en su Exhortación Apostólica, recordando el relato del Padre misericordioso (Lc 15, 11-32):
Es propio del corazón joven disponerse al cambio, ser capaz de volver a levantarse y dejarse enseñar por la vida ¿Cómo no acompañar al hijo en ese nuevo intento?
Pero el hermano mayor ya tenía el corazón avejentado y se dejó poseer por la avidez, el egoísmo y la envidia (vv. 28-30). Jesús elogia al joven pecador que retoma el buen camino más que al que se cree fiel pero no vive el espíritu del amor y de la misericordia.
—Christus Vivit, n. 12
- Los migrantes como un paradigma de nuestro tiempo
La realidad migratoria actual, de gran relevancia para el pueblo latinoamericano en Estados Unidos, es un fenómeno estructural de índole global, que cuestiona y merece una atención especial. La condición de migrantes nos recuerda que somos “peregrinos en la tierra”, un pueblo caminante desde los orígenes de nuestra fe.
El estilo pastoral y cercano del papa Francisco rescata la experiencia del joven migrante y la presenta como un contexto privilegiado para la acción misionera de la Iglesia:
Los jóvenes que emigran tienen que separarse de su propio contexto de origen y con frecuencia viven un desarraigo cultural y religioso. La fractura también concierne a las comunidades de origen, que pierden a los elementos más vigorosos y emprendedores, y a las familias, en particular cuando emigra uno de los padres o ambos, dejando a los hijos en el país de origen. La Iglesia tiene un papel importante como referencia para los jóvenes de estas familias rotas. Sin embargo, las historias de los migrantes también son historias de encuentro entre personas y entre culturas: para las comunidades y las sociedades a las que llegan son una oportunidad de enriquecimiento y de desarrollo humano integral de todos. Las iniciativas de acogida que hacen referencia a la Iglesia tienen un rol importante desde este punto de vista, y pueden revitalizar a las comunidades capaces de realizarlas.
—Christus Vivit, n. 93
Al acompañar a los jóvenes inmigrantes hay que poner especial atención a quienes son víctimas del tráfico de personas y la violencia, y que viven en continua vulnerabilidad. Cuidar la vida del inmigrante constituye una necesidad y una urgencia para la comunidad de fe. El cuidado de la vida se extiende también a la población en general, para enfrentar con madurez y responsabilidad los abusos sexuales cometidos en las estructuras eclesiales, tomando medidas que erradiquen cualquier forma de abuso en el presente y el futuro.
- Cuerpo, afectividad y sexualidad 4. Participación y compromiso social
No hay duda de que los jóvenes reconocen que su cuerpo, afectividad y sexualidad son muy importantes en la vida. La adolescencia está marcada por múltiples cambios fisiológicos, sexuales y sociales, y durante la juventud es normal llevar noviazgos y buscar a la pareja con quien compartir la vida en matrimonio. En muchos casos, las relaciones sexuales impactan su desarrollo personal y su futuro.
Además, en muchos países los jóvenes viven cambios en la cultura sexual y la estructura social, como el reconocimiento de derechos para personas homo y transexuales y la emisión de leyes relacionadas con la identidad de género. Ante ello es esencial valorar y respetar la dignidad de toda persona, independientemente de su orientación sexual. El acompañamiento pastoral ante estas realidades se ha vuelto urgente y necesario, pues muchos jóvenes deciden prescindir de la Iglesia al desconocer la razón de sus enseñanzas y su espíritu comprensivo y misericordioso mientras se camina hacia la virtud de la castidad en las circunstancias propias de cada joven.
Al mismo tiempo es clave ser fieles a las enseñanzas morales de la Iglesia. Esto implica un lenguaje y conceptos adaptados a los tiempos de hoy teniendo en cuenta los avances producidos por las neurociencias en los programas y planes de formación.
Muchos jóvenes se sienten motivados y llamados a participar activamente en la vida cívica y a realizar acciones encaminadas a construir un mundo mejor. Se constata un incremento en la ciudadanía responsable juvenil, en particular en asuntos relacionados con la ecología y mediante su trabajo voluntario en proyectos de servicio social y de búsqueda de opciones políticas mejores para el bien común.
Este espíritu de acción y compromiso debe ser recuperado por la Iglesia en proyectos de formación y educación en su doctrina social, acciones sociales juveniles y en la conversión pastoral que promueve el Papa Francisco. La pastoral juvenil debe responder a estas inquietudes, ampliado la atención y el involucramiento de los jóvenes en los cambios sociales, dado que la fe exige obras concretas con los hermanos que están en situaciones de vulnerabilidad y de riesgo social.
El acompañamiento pastoral: Una acción clave para superar los desafíos
El acompañamiento pastoral cobra una fuerza especial a partir del Sínodo de los Obispos. Se trata de ofrecer a los jóvenes un método educativo que los ayude a crecer y a madurar desde una experiencia de transformación por medio de la acción de la gracia de Dios. Es un llamado fuerte a toda la Iglesia para suscitar personas con deseos verdaderos de trabajar en favor y con los jóvenes, así como para revisar los programas y cursos que preparan formadores y asesores de jóvenes.
Esto requiere invertir en la formación y capacitación de personas dedicadas al ministerio juvenil capaces de acompañar a los jóvenes en un mundo que está en constante movimiento. Supone una mayor participación del laicado en este ministerio, sin paternalismos o mesianismos que tanto hieren a la Iglesia. Así, los acompañantes tendrán los conocimientos y habilidades necesarias para acompañar los procesos pastorales y personales de los jóvenes ayudándolos a crecer en su madurez humana, evitando caer en meras improvisaciones.
Los jóvenes valoran la gran experiencia espiritual de la Iglesia, se sienten atraídos por diversas formas de manifestar la fe y son capaces de generar nuevos modos de expresión por medio del arte y la música. De ahí la importancia de tener la disposición y la habilidad para acompañar sus procesos con actitud y caridad pastoral. Esto implica conocer a los jóvenes e invitarlos a encontrar las modalidades más eficaces para llevar la Buena Noticia a sus compañeros de edad, sin decidir por ellos, ni marcarles el paso. Se trata de acompañarlos para que ellos sean los sujetos de su desarrollo, quienes descubren y hacen realidad su vocación personal y su proyecto de vida, siendo agentes activos o protagonistas de la acción pastoral.
El papa Francisco especifica lo que requieren los jóvenes:
[Los diferentes] aspectos de la vida de Jesús pueden resultar inspiradores para todo joven que crece y se prepara para realizar su misión. Esto implica madurar en la relación con el Padre, en la conciencia de ser uno más de la familia y del pueblo, y en la apertura a ser colmado por el Espíritu y conducido a realizar la misión que Dios encomienda, la propia vocación. Nada de esto debería ser ignorado en la pastoral juvenil, para no crear proyectos que aíslen a los jóvenes de la familia y del mundo, o que los conviertan en una minoría selecta y preservada de todo contagio. Necesitamos más bien proyectos que los fortalezcan, los acompañen y los lancen al encuentro con los demás, al servicio generoso, a la misión.
—Christus Vivit, n. 30
Jesús sigue siendo el motivo por el cual muchos jóvenes se acercan a la comunidad y le piden “¡Queremos conocer a Jesús!”. La respuesta de la Iglesia se vuelve buena noticia para ellos, en particular para aquellos jóvenes que están excluidos o en situaciones de marginalidad. La noche en la vida de muchos jóvenes adquiere una fuerza de resurrección donde Jesús ofrece la vida en abundancia para cada uno que se encuentra con él.
La mirada a partir del corazón de Dios sobre la realidad de los jóvenes nos vuelve más compasivos y misericordiosos con ellos, moviéndonos a generar encuentros y espacios para compartir la vida y la presencia de Jesús en su vida. La fuerza de los sueños y los proyectos nos recuerdan entonces la utopía del Reino y nos conectan con la experiencia de la compasión y la gratuidad.
La misión es seguir acompañando a los jóvenes en la búsqueda de ese sueño que mueve su corazón para tomar decisiones vitales. La vocación adquiere una centralidad en el proyecto de vida. La comunidad se vuelve una necesidad como el lugar donde encontrar a Jesús y para sostener el proceso de madurez de la vocación.
De esta manera el proceso del Sínodo y sus conclusiones intenta mover la vida de la Iglesia, sacudirnos de la modorra y del “siempre se hizo así”; nos devuelve la frescura y la alegría misionera de los primeros cristianos, renovándonos en el deseo de que la Iglesia sea Betania, la casa del corazón donde el Señor se detiene a compartir con sus amigos. El desafío para la Iglesia peregrina es ser una casa y hogar de puerta abierta, con una gran vocación a defender y cuidar la vida en todas sus formas, allí donde Dios nos llame.
NOTAS
1 La palabra “sínodo” proviene del griego syn, que significa “juntos” y hodos, que significa “camino”; expresa la idea de “caminar juntos”. Un Sínodo es una asamblea en la que un grupo de obispos, reunidos con el Santo Padre, intercambian información y comparten experiencias, con el objetivo de buscar soluciones pastorales que tengan validez y aplicación universal. El Sínodo representa al episcopado católico y tiene como tarea ayudar al Papa en el gobierno de la Iglesia universal dándole su consejo.
2 Sínodo de los Obispos: XV Asamblea General Ordinaria “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”, Documento Preparatorio: Introducción, [s.f.] http://www.vatican.va.
3 Discurso del Santo Padre Francisco en Mater Ecclesiae, 18 de marzo de 2018, http://www.vatican.va.
4 Documento final de la reunión pre-sinodal de los jóvenes, Roma, 19-24 de marzo 2018, http://www.vatican.va
5 Documento finale del Sinodo dei Vescovi sui Giovani, la Fede ed il Discernimento Vocazionale, 27 ottobre 2018, http://www.vatican.va
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