COLOMBIA: ESCUELAS DEL PERDÓN Y LA RECONCILIACIÓN

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Han sido fundadas en 2005 en Colombia por el sacerdote religioso de los Misioneros de la Consolata p.Leonel Narvaez, cuando era facilitador en las negociaciones entre el gobierno y las Farc.  Narvaez es teólogo y sociólogo, activista de los Derechos Humanos y presidente de la Fundación para la Reconciliación, presente ya en 21 países con sus cursos, animadores y alrededor de dos mil voluntarios.

Para superar el clima de violencia endémica en Colombia el sacerdote, varias veces amenazado de muerte, ideó las escuelas de Perdón y Reconciliación (ES.PE.RE) porque “el tema del perdón y la reconciliación es casi tan importante como el calentamiento global”. Según él, “la venganza o el ajuste de cuentas es el principal motivador de la violencia en Latinoamérica. Para ello no sirve ni la cárcel, ni la policía ni el ejército. Para superar el rencor o el rechazo al diferente hace falta un salto cualitativo de humanidad que implica una catarsis guiada y terapias de grupo que ayuden  a cambiar actitudes”.  Utilizan el método de la educación liberadora de Paulo Freire combinada con la alfabetización y la cultura política y democrática. El sacerdote  recuerda una frase de Manuel Marulanda (alias Tirofijo), el jefe histórico de las FARC: “Aterrice cura: el que las hace, que las pague”; estaba lleno de odio por cómo habían asesinado a los miembros de su familia. Esa frase  llevó a Narvaez a pensar cómo superar la venganza en la sociedad. Escribe: “No bastaba la paz política de los Acuerdos; también había que construir la paz social. El perdón y la reconciliación no podían seguir siendo monopolio de las iglesias y de los sacerdotes; debían ser un elemento indispensable, una herramienta válida para la vida social y política”. Durante 15 años las ESPERE han llegado a más de 2 millones de personas. Recibieron el Premio de la Unesco por la educación por la paz en el 2006. Escribe Narvaez: “El perdón no es olvido, tampoco negación de la verdad y de la justicia, tampoco abrazarse con el agresor. El perdón no es antagónico a la justicia. El perdón es sanador, no cambia el pasado pero cambia el futuro. No es solamente un tema religioso y privado. Por el contrario el perdón en la esfera pública, por mi experiencia de casi veinte años,  es el mejor reconstructor del tejido humano y social, un ejercicio de alta democracia. Responder a la violencia con la violencia no soluciona nada. En los últimos 60 años de la historia en Colombia las armas no han servido de nada. Hay países donde los muertos por la policía son tantos como los asesinados por los criminales. En vez de gastar tanto dinero en el aparato policial, represivo, carcelario y en los juzgados, habría que invertir en salud y educación. El perdón es un derecho humano y una virtud política. Puede haber perdón sin reconciliación. Sin  perdón la reconciliación es inestable y quebradiza, y sin reconciliación no hay futuro. Estos son temas culturales , no policiales”. También los obispos de México se han comprometido a promover las ESPERE en las 98 diócesis de su país. El lema de estas escuelas es: “No hay paz si no hay perdón y  reconciliación”.