ARGENTINA: “LOS POBRES NO SON VAGOS”

Trabajadores cartoneros argentinos

En una entrevista al diario “La Nación” el arzobispo de La Plata Víctor Manuel Fernandez expresó: “Me angustia que en un contexto tan grave de pandemia se caiga tan rápido en la lucha del poder por el poder mismo, en la politiquería barata sobre todo en sectores algo descontrolados, de todos los colores políticos: los sectores más extremos de la derecha y de la izquierda. Hay un clima negativo de polarización y crispación presente en el país”.

Según el obispo “el principal desafío del gobierno es cuidar a los más débiles y para sostener ese objetivo hay que desarrollar la producción y el empleo. Lo que más preocupa es la perspectiva de la falta de trabajo, la que se traduce fácilmente en desesperanza, violencia y adicciones. Algunos acusan a los pobres de vagos e inservibles.  La verdad es que la mayoría de los pobres se desploma trabajando. Los cartoneros no son vagos, los que limpian los baños no son vagos. Puede haber entre los pobres un 10% de vagos, pero también los hay en la clase media. No se puede decir que sean vagos los niños que no tienen culpa de nada; y la cantidad de chicos pobres podría pasar de 7 a 8,3 millones con esta pandemia. Están los nuevos pobres que eran de clase media hasta hace poco y que de golpe cayeron bajo la línea de pobreza y por primera vez en la vida tienen que salir  a pedir comida. Hay un sector fascista de la población que quisiera que la pandemia sirviera para diezmar a los negros, vagos e inservibles. Por otro lado, muchos han descubierto con la pandemia que los pobres existen de veras y viven de changas para comprar un poco de comida para sus hijos, hacinados en un cuarto donde es imposible pasar una cuarentena. Tampoco los chicos pueden hacer tareas remotas para la escuela porque no tienen acceso a internet. Me preocupa que entre algunos meses mucha gente acomodada vuelva a vivir igual que antes como si los pobres no existieran. Se habló mucho en este tiempo de los barrios vulnerables durante la pandemia, pero cuando acabe la pandemia esos barrios seguirán allí con los mismos problemas de salud, vivienda, educación..Un sector de la población siempre se molesta cuando se habla de estas cosas. En realidad se trata de angustias lacerantes de hermanos nuestros, que solo se entienden si nos ponemos en la piel y en la lucha cotidiana de ellos. Una renta única universal y un impuesto a la riqueza podrían hacer frente a la miseria, pero no bastan para resolver la pobreza; hay que asegurar el trabajo para todos.  Es necesario lograr un rol protagónico para las mujeres en la creación de nuevas formas de convivencia social. Se habla de un antes y un después de la pandemia como si todo cambiara desde ahora  en adelante. Algo quizás cambie, pero los vicios no se superan fácilmente. El futuro depende de cómo funcione la naturaleza ya que esta pandemia puede ser un síntoma de desajustes profundos, de las decisiones que tomen los gobiernos y de las dinámicas sociales que puedan surgir en las bases. La realidad nos da signos de que un mundo así, no funciona y hay que cambiar hábitos. En nuestro país varias instituciones, como Cáritas a nivel de Iglesia, han hecho mucho para que la miseria no se convirtiera en hambre. Pero para una vida digna hace falta un proyecto integral e inclusivo para todos”.