
El uso de la energía atómica para armas de guerra es un crimen de lesa humanidad. Las armas nucleares no solo son inmorales sino ilegítimas y han de prohibirse. Es inmoral no tan solo su uso sino su misma posesión.
Esta es la postura de la Iglesia que volvió a proclamar en la ONU Frederik Hansen, delegado del Vaticano el pasado 26 de agosto. La Iglesia también promueve la prohibición total a los ensayos nucleares. Ha comentado Hansen: “Desde el primer ensayo en el desierto de Nuevo México en Estados Unidos hubo dos mil ensayos (siete en este siglo) dejando consecuencias devastadoras para la humanidad. En este año en que se cumplen los 75 años de la explosión de la bomba atómica sobre Hiroshima y Nagasaki, pedimos que se prohíban todos los experimentos nucleares de forma vinculante y permanente. El objetivo final ha de ser la eliminación de todas las armas nucleares”.
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