En un texto que tuvo amplio eco el teólogo Leonardo Boff se dirige a los brasileños y a todo el mundo acusando al presidente Jair Bolsonaro, con un ataque frontal, de ser “un hombre lleno de odio, de desprecio, mentiras y vulgaridades y que ofrece signos claros de incapacidad política, ética y psicológica para guiar una nación grande como Brasil”; y pide su renuncia.
Para Boff hay cuatro sombras oscuras sobre la historia de Brasil que nunca se pudieron disipar: el genocidio de los pueblos originarios, el saqueo colonizador, la esclavitud, las elites dirigentes retrógradas y corruptas. Afirma Boff: “Ahora hay una quinta con este gobierno que no ama la vida, exalta la tortura, elogia la dictadura, predica el odio y se desinteresa del pueblo en medio de una pandemia mortal. Ofende y calumnia, ataca violentamente a los negros, a los pobres, a los indígenas, a las mujeres, a los políticos de oposición. Hay una política ultraconservadora, intolerante y fascistoide. Hay un presidente tan inculto y de estrecha mentalidad que ataca hasta la cultura, la ciencia, la educación, la ecología. Nunca en los últimos cincuenta años se ha adueñado del país una barbarie tan grande, solo comparable quizás al nazifascismo, con un gobierno en humillante vasallaje y sumisión al presidente más extraño y “estúpido” (P. Krugman) de la historia norteamericana, Donald Trump. La democracia ahora se transforma en burla y la Justicia en cómplice de las injusticias. El gobierno, a pesar de las denuncias internacionales, sigue tolerando la deforestación y los incendios; por falta de ayuda sanitaria hay el riesgo de un genocidio de enteros pueblos indígenas amenazados por el Covid-19. Es humillante ver cómo entre los políticos nadie tiene el coraje patriótico de remover a este presidente ni de formar un frente común. De todo esto, solo se están aventajando las clases oligárquicas. Estas clases nos mantienen en un capitalismo de los más salvajes del mundo, con el apoyo de todos los poderes del estado. No puedo callarme. Me siento indignado por esta barbarie institucional como política de estado, mientras somos expuestos a la irrisión mundial como un país paria y el virus mata a la población”.
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