Un obispo norteamericano depuesto por el Papa hace dos años, Michael Bransfield, debido a las revelaciones sobre su vida de lujo (viajes en jets privados y en limusina, hoteles exclusivos, restaurantes, etc.), por orden del Vaticano deberá reembolsar 441 mil dólares a su ex diócesis por usar dinero de los recursos de la misma.
Es acusado también de abusos sexuales y deberá pagar a las víctimas con la venta de su residencia y de su auto. Deberá también pedir disculpas públicamente a la gente de su ex diócesis por los escándalos. Efectivamente el 15 de agosto el obispo retirado en una carta a los feligreses pidió disculpas y pagó lo exigido por el Vaticano. Según el The Washington Post el despilfarro del obispo supera los 2,4 millones de dólares. Desde ahora en adelante el obispo recibirá tan solo un tercio del sueldo que se ofrece a un obispo retirado. El obispo ya no puede residir en la diócesis ni participar de cualquier celebración pública de la liturgia. No se le proporcionará ningún otro beneficio como una secretaria o gastos de viajes. El papa Francisco es intransigente no solo con los escándalos sexuales sino también con los escándalos de dinero por parte de quienes deberían practicar y dar el ejemplo de la opción evangélica por los pobres.
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