El prestigioso economista y profesor universitario italiano Stefano Zamagni es también presidente de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales y como tal ha explicado el pedido del Papa para que la futura vacuna contra el Covid-19 sea accesible a todos. “Las vacunas por enfermedades infecciosas, que son enfermedades que no tienen fronteras, también deben ser reconocidas a nivel internacional como bien común y no como bien privado…
La vacuna contra el coronavirus es una necesidad para el ciudadano común. La salud es como el medio ambiente; es un bien común. No se puede patentar algo que es indispensable a la vida humana; no se puede patentar el sol, el aire o el agua. Privilegiar a los ricos y olvidar a los pobres, equivaldría decretar la extinción de estos últimos; sería una nueva forma de racismo del cual deberíamos avergonzarnos. Además para ser eficaz la vacuna debe ser necesariamente universal; si se vacuna a una categoría de personas y no a la otra, no se logra el resultado. Hay que tratar que se evite la patente de propiedad para los inventores, lo que no significa que estos y las industrias tengan que trabajar gratis. El descubridor de la vacuna antipolio Jonas Salk nunca patentó su descubrimiento; todo su interés era extender la vacuna lo más ampliamente posible. No hay que facilitarle el monopolio a la empresa que llega primero. El monopolio, como en política cuando hay un solo partido, se transforma en dictadura. Los gobiernos deberían poner a disposición la vacuna en forma gratuita. Este es el momento para establecer una norma mundial para que no nos ciegue el dinero y se llegue a olvidar a millones de personas. La vacuna encontrada y reconocida debería poder ser producida en cualquier lado, bajo una estricta supervisión internacional. Inclusive ya se habla que, dentro de la carrera para acelerar la vacuna, algunos quieren experimentar sobre los humanos (particularmente ancianos) y no sobre los animales. A los presuntos voluntarios, que no lo serían porqué serían pagados, se les inyectaría el Covid-19 y enseguida después la vacuna. En Estados Unidos ya son 30 mil las personas dispuestas a la experimentación; prefieren una buena recompensa monetaria segura a una vida insegura. Pero, ¿podemos tratar a los seres humanos como cavias?”. Por su parte “Médicos sin fronteras” ha pedido el acceso global y equitativo a la vacuna y que los líderes del mundo exijan a las empresas farmacéuticas que se comprometan a vender cualquier vacuna futura a un costo fijo. La organización hizo además un llamado a los gobiernos para crear un fondo a fin de comprar estos insumos para los países más pobres.
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