El papa Francisco en una de sus audiencias ha advertido: ”La pandemia ha destapado la gran desigualdad que hay en el mundo y la ha aumentado. ¡Qué triste sería si con la vacuna se diera prioridad a los ricos y fuera propiedad de una sola nación!” sin destinarla a todos. Según el Papa la vacuna tiene que llegar a “los que más la necesitan”. Y siguió diciendo: “¡Ojalá que la asistencia económica, la mayor parte con dinero público, no se concentre en rescatar industrias que no contribuyen a la inclusión de los pobres y al cuidado del medio ambiente!”.
El director general de la OMS Tedros Ghebreyesus se declaró enseguida de acuerdo con el Papa para un “acceso rápido, justo y equitativo de la vacuna” , que no sea un privilegio de unos pocos y se termine en un “nacionalismo de la vacuna”. El Papa siguió diciendo en esa audiencia: “Es urgente vencer esta epidemia provocada por un pequeño virus invisible, pero también hay que vencer la otra pandemia, más grande y muy bien visible provocada por las injusticias sociales. También para salvar la economía hace falta la inclusión de los excluidos, la promoción de los últimos, una política del bien común, el cuidado de la creación. Hay que poner las periferias en el centro y los últimos en primer lugar. Es lo que la Iglesia llama “opción preferencial por los pobres” que no es una opción política, ideológica o partidista sino evangélica, la que ha practicado Jesús. Algunos piensan que esta sea tarea de unos pocos, pero es la misión de toda la Iglesia; es la virtud de la caridad, el centro del Evangelio. Son importantes el voluntariado y las obras de asistencia, pero hay que ir más allá del asistencialismo, promoviendo una economía de desarrollo integral para todos. Muchos quieren regresar a la normalidad, pero eso no debe significar volver a las “normales” injusticias sociales y a la constante degradación del medio ambiente”.
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