
La Patrona es un minúsculo pueblo de tres mil habitantes en el municipio de Amatlán de los Reyes, a 90 km de Veracruz. De ese pueblo consagrado a la Virgen de Guadalupe “patrona” de México han tomado el nombre las “patronas” que alimentan todos los días a los migrantes que pasan con el tren “la Bestia” hacia la frontera con Estados Unidos. Allí vive la familia Romero, una familia profundamente católica, que desde hace 25 años, con hijos, nietos y vecinos preparan y lanzan bolsos de alimentos a los migrantes que viajan en la Bestia.
Con este nombre popular se le llama a un tren de carga que cruza lentamente el país de sur a norte, hasta el confín con Estados Unidos. Junto a vagones llenos de trigo, cemento, combustibles, ladrillos viajan miles de centroamericanos que se amontonan como pueden, entre un vagón y otro, en las escalerillas, sobre el techo a lo largo de 3.200 km. En los autobuses arriesgarían ser interceptados y devueltos a su país. Tampoco en el tren podrían viajar, pero maquinistas y autoridades cierran un ojo, a cambio de alguna gratificación. Así pueden viajar gratis y evitar 48 centros de detención y control. El viaje dura por los menos dos semanas y puede durar hasta un mes porque no tiene horarios fijos y tiene paradas intermedias en las que los migrantes tienen que cuidarse para no ser víctimas de grupos criminales que controlan los territorios. En este largo viaje muchos quedan sin recursos, con hambre y sed. Este grupo de unas veinte mujeres campesinas voluntarias trabaja desde el año 1994. Reciben muchas donaciones, pero no quieren ayuda del Estado ni de los partidos políticos. Han recibido el premio Nacional de Derechos Humanos en 2013 y el Premio Sergio Arceo. La periodista Lucia Capuzzi ha entrevistado a la líder del grupo Norma Romero que ha declarado. “Hemos ayudado a miles y miles de personas. No es fácil. No todos los maquinistas frenan cuando nos ven y tenemos que correr para lanzar los bolsos. Todos los días una monja nos avisa por teléfono cuando está por llegar el tren y corremos a los rieles con bolsones de arroz, tortillas, porotos, frijoles, galletas y botellas de agua esperando el silbido del tren. También hemos abierto un pequeño refugio para cuando para el tren”. A la pregunta de por qué hacen esos sacrificios, Norma Romero que lleva al cuello un rosario, contesta: “He prometido a la Virgen saber reconocer a su Hijo en el cuerpo de estos pobres emigrantes. Confiamos en la Providencia. Nosotras también somos pobres pero no necesitamos emigrar. Muchos nos ayudan pero otros nos critican por ser cómplices de malvivientes, como si emigrar fuera un delito y no una necesidad. Si ellos no se cansan de emigrar, nosotras no tenemos derecho a descansar”.
Debe estar conectado para enviar un comentario.