
Hace 30 años, el 8 de setiembre de 1990 en Catamarca era violada y asesinada una joven de 18 años, María Soledad Morales. Era graduada de un colegio católico dirigido por la monja carmelita misionera teresiana Martha Pelloni. Se sabía que los responsables eran los “hijos del poder” en una provincia donde reinaba la dinastía feudal de los Saadi. La Hermana se puso al frente de las protestas populares que semanalmente y en silencio marchaban por la ciudad. Tomaron el nombre de “marchas del silencio” frente a un poder con el que no se podía dialogar.
Pelloni lideró 82 marchas hasta llegar a juntar a más de 30 mil personas. Los responsables fueron a prisión, aunque ahora ya están libres; uno es abogado y el otro empresario. Sus encubridores nunca fueron condenados. Lo de las marchas fue un fenómeno que hizo derrumbar el poder provincial y alcanzó un eco nacional. En 1993 Hector Olivera, el director de las películas “Patagonia rebelde” y “La noche de los lápices”, estrenó “El caso Maria Soledad”. Cuenta la hermana Pelloni que después de estos hechos empezó a recibir denuncias de chicas violadas, secuestradas, víctimas de la trata y de todo tipo de abuso. “No podía no escuchar ese grito de ayuda. Lo de Maria Soledad fue un punto de no retorno”. En Goya (Corrientes) donde fue trasladada en 1992 destapó un negocio rentable de adopciones ilegales con compra-venta de bebés en el extranjero. Se trataba de jóvenes empleadas domésticas regularmente abusadas por hombres de la casa que si se quedaban embarazadas, para no perder el empleo, tenían que ceder en adopción al bebé. La monja cuestionaba a las autoridades por mirar para otro lado. Denunció a un jefe de policía por la violación constante de los policías de una joven quinceañera que tuvo un hijo en el día de Navidad y lo llamaron “Jesús”; a la monja le quedó lo de “abuela”. En 2008 organizó la red “Infancia robada” con 35 centros en todo el país de sensibilización, denuncia y recuperación de esclavas de la trata. A la religiosa, el papa Francisco le pidió que siguiera “haciendo lío” en referencia a sus denuncias. Pelloni pasó 28 años en Goya y aún siendo amenazada siguió luchando; ahora, a los 79 años, sigue sus batallas en nombre del Evangelio desde Santos Lugares en la zona oeste del Gran Buenos Aires. Como discípula de santa Teresa de Avila, sabe que “la paciencia todo lo alcanza”. Gracias a “Infancia Robada” y a otras organizaciones paralelas se han logrado importantes avances contra la trata, la violencia de género, los abusos a menores.
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