Tras 30 años de ley islámica (la Sharia), después de prohibir las mutilaciones genitales femeninas, ahora el nuevo gobierno eliminó el delito de apostasía religiosa (dejar la religión islámica por otra) que era penado con la muerte, se prohibieron los azotes con la flagelación como método de castigo público. Se liberó el consumo de alcohol para los no musulmanes. Ahora las mujeres podrán vestir como quieran, hablar con cualquiera y trabajar fuera de casa.
Se estima que el 87% de las mujeres entre 14 y 49 años sufrieron mutilaciones genitales en Sudán; un familiar varón debía firmar un documento para que una mujer pudiera viajar al extranjero sola o con los hijos. Las mujeres fueron las que más lucharon a lo largo de meses para el derrocamiento de Omar al-Bashir. Este general tras 30 años de poder autocrático fue derrocado en abril del año pasado. El nuevo primer ministro Abdalla Hamdok, que ya sufrió un intento de asesinato, fue nombrado al frente del nuevo gobierno el pasado agosto después que las protestas populares y pro-democráticas forzaron al ejército a sustituir a Omar al-Bashir por un gobierno con liderazgo civil pero integrado también por militares y que gobernará por tres años. Omar al- Bashir enfrenta ahora una orden de arresto internacional por parte del Tribunal Penal Internacional, siendo acusado de crímenes de lesa humanidad y genocidio en Darfur. El nuevo ministro de justicia Nasredeen Abdulbari dijo: “Deseamos demoler cualquier clase de discriminación impuesta por el antiguo régimen, eliminar todas las leyes que violan los derechos humanos y avanzar hacia la igualdad de la ciudadanía y una transformación democrática de la sociedad”. Es por otra parte lo que Occidente le exige a Sudán para recibir ayuda internacional, en medio de la grave crisis económica que atraviesa.
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