Alessandra Smerilli es una religiosa salesiana, profesora universitaria de economía política, consejera del Estado del Vaticano y coordinadora en la curia vaticana de un grupo de trabajo sobre economía. En una conferencia en la sala de prensa del Vaticano aludió al hecho de que, según OXFAM, el año pasado el gasto militar mundial fue de 2 billones de dólares, su máximo histórico (300 veces el presupuesto de la Organización Mundial de la Salud).

Actualmente hay dos mil millones de personas atrapadas en países que están en guerra. Smerilli se preguntó: «¿Para qué sirven  los arsenales de guerra si un puñado de personas infectadas por un virus es suficiente para propagar una epidemia mundial con una cantidad enorme de víctimas? ¡No sería mejor una nueva carrera, no armamentista sino por la seguridad alimentaria, sanitaria y laboral? Hay que dirigir los recursos hacia un estado que invierta en bienes comunes, en sistemas de salud pública adecuados para todos. La primera seguridad para un país no son las armas sino la salud y el bienestar. Debe haber una voluntad colectiva y un pacto de autoeliminación de las armas. Inclusive la reactivación económica, centrada en la justicia social y una ecología integral, puede lograrse con los recursos que pueden desviarse de los gastos militares”. La profesora se dirigía en particular a los países de la Unión Europea que es el segundo mayor exportador de armas a países en guerra. El Papa también ha pedido por dos veces el cese inmediato del fuego durante la pandemia y en la última Vigilia Pascual clamaba: “Basta con las guerras. Que se detengan la producción y el comercio de armas; necesitamos pan y no fusiles”. Y en el mes de mayo: “Que las ingentes sumas destinadas a aumentar y perfeccionar armas, se destinen en cambio para promover estudios adecuados para prevenir pandemias futuras”. Francisco ha condenado sin tapujos la hipocresía de las grandes potencias que “hablan de paz construyendo y vendiendo armas bélicas”.