
El presidente de la República Democrática del Congo, Felix Tshisekedi, que sucedió a Joseph Kabila en enero del año pasado, ha celebrado solemnemente los 60 años de independencia del Congo, pero el 30 de junio el arzobispo negro de Kinshasa, Fridolin Ambongo, en la misa de acción de gracias hizo un severo cuestionamiento de lo que pasó después de la independencia.
Dijo Ambongo: “La independencia ha sido más soñada que preparada y sin pensar a lo que vendría después. Se consideró la independencia como simple sustitución de los colonizadores; se trataba de ocupar los puestos de los blancos y aprovechar de sus privilegios. Con la independencia seríamos todos jefes. La autoridad era considerada más como privilegio que como servicio. Por eso se sucedieron regímenes autoritarios sin ninguna preocupación por el pueblo. Y esto sigue hoy. Nadie se siente deudor con respecto del pueblo. Se sanciona a los débiles y pequeños, pero para los grandes hay impunidad total, aunque hoy algo parece cambiar. La consecuencia de esta mentalidad es que el pueblo empobrece cada vez más y su territorio es violado, sobre todo en el este del país. El Congo tiene confines con nueve países y todos se aprovechan de nuestros recursos y se sigue la misma lógica de los colonizadores; no hay retorno para las poblaciones locales. El pueblo se siente abandonado. Las dos Iglesias Católica y Protestante, que representan a más del 80% de la población, luchan contra la corrupción. No aceptamos más el desprecio y la arrogancia del viejo sistema; hay que levantar la cabeza”. Al finalizar la homilía, el cardenal se dirigió a los dos mártires del Congo Isidore Bajanja y Maria Clementina Aurite para que intercedan “para liberar al Congo de todos los que lo aplastan y para que llegue a su plena soberanía”.
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