
En una entrevista a Europa Press el sacerdote y teólogo español Santiago del Cura Elena, que también es miembro de la nueva comisión de 10 miembros encargada por Francisco de estudiar el asunto del diaconado femenino, declaró: “El reconocimiento del papel de las mujeres en plan de igualdad y no de sometimiento o subordinación con los varones en la Iglesia es todavía un tema pendiente…..
Desde el comienzo del Cristianismo las mujeres han llevado a cabo un conjunto de tareas diaconales (de servicio) enorme por su amplitud, variedad y riqueza. Ayudaban en el bautismo de las mujeres adultas con la unción del óleo sagrado, se dedicaban a enfermos y pobres, a tareas de catequesis y pastoral. Cualquier mujer puede desempeñar hoy en las comunidades cristianas más funciones que las diaconías de los primeros siglos sin que para eso se necesite una ordenación sacramental. El dilema que nos ocupa es justamente esto: si los textos antiguos habrían de interpretarse como una ordenación sacramental equiparable al diaconado masculino o como un rito de bendición. De seguro, inspirarse en los ministerios antiguos debería servir para recrear nuevos ministerios femeninos y funciones adecuadas a las necesidades de hoy. Para eso las posibilidades son mayores hoy y en el futuro deberán ser muchas más”. Si bien el teólogo español solo se muestra de acuerdo con nuevos ministerios laicales femeninos, no así la teóloga colombiana Isabel Corpas: “La Iglesia ha de reformarse permanentemente en el espíritu de la Tradición y no en la letra, según las necesidades y las circunstancias históricas para ser cada vez más inclusiva. En las primeras comunidades no existía organización jerárquica sino ministerial en la Iglesia y las mujeres predicaban la Palabra y ejercían funciones de liderazgo; no eran silenciadas ni discriminadas. El Concilio Vaticano II condenó cualquier clase de desigualdad por razones de raza, sexo, color y aquí hay una inequidad que se quiere justificar con argumentos que desconocen los signos de los tiempos, como es la nueva realidad de la presencia activa de las mujeres en la Iglesia”.
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