
Unas 30 parroquias de la ciudad de Buenos Aires han puesto a disposición aulas de catequesis, salones parroquiales, casas de retiro para transformarlos en centros durante la cuarentena para los ancianos y los pobres de los barrios populares y las villas o gente sin domicilio. Se trata de estructuras seguras para el aislamiento voluntario.
En el área metropolitana viven 490 mil ancianos en situación de riesgo y que residen en habitaciones precarias, asentamientos periféricos en los que resulta imposible respetar el distanciamiento físico y las reglas higiénicas. En Argentina con una población de 44 millones de personas, se han contagiado más de 8 mil personas con unos 400 muertos, números que están permitiendo algunas flexibilizaciones. Es una situación muy distinta de la de Brasil y México que tiene bastante parecido con las ciudades europeas más golpeadas. En Argentina el foco mayor y más preocupante se da en la capital y en el conurbano por la presencia de inmensas villas de emergencia. Donde aumenta más el contagio es en la villa de Retiro (hoy barrio padre Mugica, con 40 mil habitantes) y en el Bajo Flores (hoy barrio padre Ricciardelli). El obispo villero Gustavo Carrara denunció el avance del virus en las villas desprotegidas, pidiendo más presencia del estado “para llegar antes y salvar vidas”. Desde la parroquia Cristo Obrero de Retiro, 68 organizaciones vecinales han reclamado por la falta de agua, la insuficiente asistencia a los comedores, la falta de alimentos y elementos de desinfección. Según el último censo, en los últimos diez años la población de las villas de la capital aumentó del 50%.
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