Del 16 al 24 de mayo, y bajo el lema “todo está conectado” estamos celebrando la “Semana Laudato Sí”, en ocasión del V aniversario de la Carta Encíclica. Es este un tiempo propicio para la reflexión, la oración, tiempo de opciones y acciones concretas para mejorar y recuperar nuestra “casa común”. Tiempo de Alabanzas al Creador que nos ha regalado todo cuánto existe “en los cielos y en la tierra.. todo fue creado por Él y para Él” (Col 1). Hoy escucharemos dos voces, a dos queridos hermanos y amigos nuestros, la Prof. Rosa Ramos, y el Lic. Nicolás Iglesias Schneider, que a tal propósito nos comparten desde sus vivencias personales:
¿Qué importancia tiene la naturaleza en tu oración personal y cuáles crees que pueden ser los pequeños aportes, que desde lo cotidiano, podemos hacer para mejorar y recuperar nuestra “Casa Común”?
Rosa Ramos : Tengo una conexión especial con la Naturaleza, no sé si siempre la tuve o si la cultivé, pero desde tiempos inmemoriales recuerdo esa conexión y a la Naturaleza presente en mi oración “naturalmente”. De allí -y así- nace mi oración de alabanza y gratitud.
Te doy algunos ejemplos: tengo colecciones de fotos de “atardeceres”: álbumes de fotos impresas (de los de antes) y actualmente archivos de fotos digitales de atardeceres, ya sea desde los aviones, o desde lugares altos, o desde la playa o desde mi apartamento. Contemplar el atardecer para mi es rezar, es confiar, es agradecer; es más, te cuento que todos los días me brota un salmo -siempre el mismo que sé de memoria- mientras contemplo el atardecer.
El jardín Botánico es para mí un templo al aire libre al que voy a rezar caminando. Respirar, caminar y rezar son sinónimos para mí; también el Rosedal y el Prado en general son espacios sagrados, allí siento la “Presencia” y muchas presencias.
Así mismo el mar, la playa, las olas. Bañarme en una playa con gran oleaje como El Emir, es para mi oración, allí experimento una mezcla de vitalidad, exaltación, maravilla y puedo estar como pocas veces “totalmente presente en la Presencia”.
Amo el cielo azul intenso, pero si llueve espero que al menos me regale un arco iris que es signo de reconciliación, también lo disfruto y fotografío para documentarlo.
Si estoy “enredada” o confundida y necesito luz salgo a caminar. Si el problema es grave y si es verano “al agua”, si no, me imagino bañándome en esas olas embravecidas porque estoy convencida de que “no hay problema existencial que no se resuelva o disuelva en un baño de mar”.
El perfume de muchas flores y hasta de la hierba me pone en contacto con Dios, lo respiro!!! También disfruto las tormentas y contemplar el cielo iluminarse de relámpagos. Por supuesto la luna y las estrellas. Ver la luna nueva “acostada”, es un rito mensual, así como verla llenarse cada noche un poco más . Contemplar el lucero a la tarde y alguna estrella aún visible antes de que el día la oculte, son otros tantos rituales….
Confieso que no tengo tanta conexión con los animales. En cambio amo y colecciono piedras. Colecciono es mucho decir, pero tengo unas cuantas y me atraen mucho. Por supuesto disfruto las plantas y las flores!
Veo, respiro, oigo, toda mi piel se siente en contacto, saboreo todo con un sentido religioso, es decir de religar. Me hace feliz todo lo que te mencioné, porque forma parte también de una espiritualidad laica de nuestro pueblo uruguayo. Con todos esos elementos comulgamos los uruguayos más allá de la profesión o no de una fe religiosa y esa comunión nos ensancha y nos une.
Antes de responder por lo pequeño te diré lo grande: la Madre Tierra, nuestra casa común, de la que somos apenas “el hilo consciente” como dice Leonardo Boff, nos llama a todos estos “hilos” a respetarla, amarla y sabernos co-responsables.
Ahora los pequeños aportes que me parecen grandes y urgentes: Cuidar la energía eléctrica, apagar las luces de las habitaciones donde no estamos. O de los salones de clase que dejamos (hice eso en mi larga vida de docente).
Cuidar el agua, ese bien tan necesario.
Pisar con cuidado un prado sorteando los macachines (esas pequeñas flores silvestres), pisar con respeto y pidiendo perdón al pasto.
No tirar jamás comida, no acumular comida, la heladera llena a mi no me da seguridad sino vergüenza y si tengo en exceso por ejemplo después de un cumpleaños o una cena compartirla con los propios invitados o con “mis amigos de abajo”, los que cuidan coches, etc.
Pero además y sobre todo en tiempos de hiperconsumismo, cuidar mucho si lo que compro es necesario o no. No cambiar por cambiar o porque existe un modelo nuevo o una moda nueva. Y siempre compartir, sean muebles, electrodomésticos, vajilla, garrafas, impresoras… lo que no necesitamos entiendo que no se debe “guardar por si acaso”, lo justo es darlo. Personalmente me hace feliz el desprendimiento para aligerar el equipaje (de lo que no vamos a llevar al morir) y para que los objetos sigan teniendo vida útil en otros hogares, incluso si esos objetos tienen una historia, un nexo afectivo. No guardar, no acumular, sino circular, compartir, socializar estando atentos a las necesidades de los otros. Todo esto tiene su base en la “teoría del decrecimiento”, y por supuesto exige conciencia y disciplina. Y aprender a disfrutar mucho más de lo gratuito y común (parques, playas, espacios públicos, etc). Eso se liga con el punto anterior que me has preguntado.
Nicolás Iglesias Schneider: La Naturaleza en mi oración, entendiendo la oración no solo como el recogimiento espiritual individual, sino la oración como la vida puesta en la acción conectada con lo trascendente, tiene mucho que ver con lo creado, con la casa común porque me conecto con ella a través de caminatas, de momentos de silencio, a través del trabajo con las plantas, la tierra, el hacer actividades en un bosque, yo vivo en el campo entonces eso me facilita obviamente esa dimensión a nivel práctico y en los gestos cotidianos, cono los que mencionaba de la huerta o de estar en contacto a través de la naturaleza con lo Divino, con lo trascendente, me ayudan mucho esas experiencias cotidianas .
Y en la recuperación pienso en dos cosas muy cotidianas, una, en las decisiones que nosotros tomamos en lo que compramos, en lo que consumimos, también hay un gesto de recuperación o de restauración de la Creación, de la “casa común” y hacer conciencia espiritual también, que nuestros actos de consumo tienen esa dimensión y que no son solo hechos enajenados del resto de la vida, son importantes, decidir comprarle a un productor vecino o a alguien que produce orgánico, son actos profundamente cristianos, o no, y consumir menos también en este momento de cuarentena nos hace reflexionar de vivir con menos cosas sin perder de vista a la gente que está sufriendo por esta situación. Y después en nuestro país que hay muchas situaciones de monocultivo que están destruyendo nuestra tierra, un gesto concreto que hicimos este verano y el año pasado con hermanos de la Comunidad Charrúa y jóvenes de la Iglesia Metodista, fue plantar árboles nativos en un lugar donde estuvo y sigue habiendo todavía mucho monocultivo de eucaliptus, eso me parece que es otro acto de oración y acción concreta que puede ser también replicable en muchas partes de nuestro país y de nuestra América, recuperar monte nativo y poder sacar, dentro de lo posible, la mayor cantidad de monocultivo de eucaliptus y otros.
Muchas gracias queridos Rosita y Nicolás por la apertura de corazón con la que nos han comunicado vivencias tan profundas! Nos recuerdan que todos somos peregrinos en la búsqueda constante de trascendencia, que se conquista día a día, en el compromiso solidario, amoroso y delicado con todo lo creado en su inmensa variedad y belleza, escuchando también el grito de la tierra, que es un grito de liberación y vida, así cantamos a una sola voz, ALABADO SEAS MI SEÑOR!
Jorge Márquez, jardinero
Muy importante esa conexión con la tierra, pero que, es nuestra madre en la naturaleza. He contactado con tu espiritualidad a través del playa, campos, cielo azul, la tormenta, eso todo me encanta.
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Pasaron 5 años de la encíclica «Laudato si»… Quizás si se hubiera tomado más en cuenta, no estaríamos sufriendo una pandemia … Y el confinamiento global puso en evidencia el abuso de la raza humana sobre los demás seres vivos : delfines en los canales de Venecia, monos y jabalíes en las ciudades … Hasta un venado corriendo por Parque del Plata !!! El cielo se volvió a ver azul en grandes urbes, ocultas antes por el smog … Miles de estrellas de mar en playas índicas ! Si tan sólo aprendieramos de este confinamiento a convivir con las demás especies, sin invadir, respetando la armonía de la naturaleza, disfrutando las maravillas que nos regala cada día … no serían en vanas tantas pérdidas humanas … Por ellos, por todos los que se está llevando esta pandemia deberíamos volver más humanos, más sensibles al equilibrio medioambiental, más respetuosos de la armonía circundante … Seríamos dignos habitantes de este maravilloso planeta azul !
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Excelentes mensajes nos han regalado Rosa y Nicolás por tu muy oportuna pregunta hermano jardinero ,cómo enriquece este intercambio !!!!.Me atrevo a contar mi experiencia con la Naturaleza y mi forma de oracion ,es contemplar el verde de los árboles en contraste con el celeste intenso del cielo ,el multicolor de los árboles en otoño ,el mar en movimiento ,siento que frente a estos maravillosos regalos de Dios estoy en oración de agradecimiento .
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