Desde “Religión Digital” hace unos días la religiosa de la Asunción de 95 años, Mercedes Loring, había lanzado un pedido para suprimir la mitra de los obispos. Su pedido se convirtió espontáneamente en una campaña a favor de la supresión de las mitras episcopales. Sorpresivamente ya llegaron cientos de adhesiones a la propuesta, de todas partes del mundo.
La gente pide para los obispos un estilo sencillo, austero y pobre como el de Jesús de Nazaret, sin mitras con ínfulas, báculos, cruces y anillos dorados, piedras preciosas. Que dejen títulos honoríficos, posturas hieráticas y abandonen los palacios y los coches de lujo; que busquen una forma más sencilla de vestir incluso en las celebraciones, eliminen todo ropaje, pompas y barroquismos, guantes, oropeles y parafernalias típicas de otros tiempos. Son anacronismos y vestigios de épocas imperiales y feudales, hoy sin sentido; son signos de poder y prestigio que no condicen con la Iglesia que pregona el Papa Francisco. Se aprecian justamente las misas sencillas y familiares del Papa en Santa Marta. Alguien recuerda el ejemplo del obispo Pedro Casaldáliga que en 1971 entró como obispo en Amazonia con un sombrero de paja como mitra, un remo de barca como báculo y un anillo de madera. Pablo VI le había entregado un anillo de oro y él se lo regaló a su madre. Otro comenta: “Cuanto más ropaje tengan los obispos, más se distancian del pueblo. No me imagino a Jesús con mitra y con un ropaje distinto al del pueblo que lo seguía”. Concluye el director de “Religión Digital” José Manuel Vidal: “Es verdad que en estos momentos de pandemia, hay otros temas mucho mas importantes. Pero el Espíritu, a través del santo Pueblo de Dios, sopla cuando y como quiere”. Quizás justamente la pandemia nos ayude a cuestionar también en la Iglesia tantas cosas superficiales y a centrarnos más en lo esencial.
Coherencia . Totalmente de acuerdo.
Pastores pobres con olor a oveja.
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