
Uno de los mejores vaticanistas, Marco Politi, en su análisis del pontificado de Francisco hace estas reflexiones: “Estamos asistiendo a una gran etapa de transición para la Iglesia, la que necesita una “conversión” porque sin esta conversión la Iglesia no podrá dialogar con la sociedad actual y menos con las nuevas generaciones. Francisco está reformando el papado despojándolo de todo tipo de oropeles y vestigios monárquicos, presentándose como obispo de Roma que preside a todas las iglesias únicamente en la caridad…
…Está despojando a la curia vaticana del rol de estado mayor que enviaba órdenes a las iglesias locales, orientándola al servicio del Papa y de los episcopados locales. Está reformando la Iglesia como comunidad de iguales que caminan juntos anunciando la buena noticia y compartiendo las decisiones. Comunidad cristiana es todo el Pueblo de Dios, sin restringirla a curas y obispos. Es cierto que hay enemigos del Papa Francisco, lobos que en vez de amansarse como sucedió con Francisco de Asís, con este Papa se vuelven cada vez más agresivos. Es inútil subestimarlos; los medios amplifican su voz. Pero el obstáculo mayor a las reformas viene del interior de la Iglesia, de un amplio pantano que no se mueve, que tiene miedo al futuro, a la búsqueda de nuevos caminos. Hay una mayoría silenciosa en todos los sectores de la Iglesia que sustancialmente sigue trabajando como siempre, esperando que la crecida del río termine. Sin una amplia movilización y participación en todos sus niveles, la Iglesia no cambiará. Algunos auspician el sacudón de un Concilio Vaticano III. Y menos se le acompaña al Papa en su lucha contra el clericalismo que él mismo ha definido “una perversión” por transformar en poder lo que es servicio. Pero Francisco habla de seguir caminando e iniciar procesos porque la Iglesia vive de largas marchas; nuestra colaboración es necesaria pero válida tan solo por este breve trecho de camino”.
Agradezco recibir las comunicaciones de umbrales
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