Stanislawa Leszeczyuska con su marido al estallar la Segunda Guerra Mundial se involucraron en ayudar a los judíos, lo que pronto causó la detención de toda la familia por la Gestapo. Su marido murió en el levantamiento de Varsovia y ella fue enviada a Auschwitz. En un tubo de pasta de dientes logró pasar unos papeles escritos en alemán que certificaban su oficio de partera. Como tal se presentó al famoso doctor Mengele ofreciéndose a asistir a las mujeres durante el parto.
Ella misma escribió que hasta mayo de 1943 los bebés nacidos en el campo eran asesinados cruelmente ahogándolos en barriles de agua y se los tiraba fuera de los barracones. La orden era: tratar a los recién nacidos como muertos. Sin embargo Stanislawa logró asistir a unos tres mil nacimientos y ni un niño murió al nacer. Lamentablemente 1.500 de ellos después fueron ahogados por enfermeras alemanas, otros trasladados a otros campos y más de mil murieron de hambre y frio. Stanislawa bautizaba enseguida cada bebé que nacía y dibujaba sobre él el signo de la cruz. Ella rezaba por la mañana, por la tarde, antes de la comida y del trabajo. Era muy devota de la Virgen y un ángel para los enfermos. Sobrevivió a la guerra y murió el 11 de marzo de 1974. Está en curso el proceso de beatificación que empezó en 1992.
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