
El alcalde de Manaos, Arthur Neto, pidió insistentemente al gobierno médicos e instrumentos para enfrentar la pandemia, pero no le llegó nada. Arthur Neto se dirigió entonces a los líderes del G20 para que ayuden a los pueblos de Amazonia. Brasil es el país más afectado de América Latina por el virus y los contagios son más que en China.
Manaos es la capital del estado de Amazonas y tiene más de dos millones de habitantes, los dos tercios hacinados en enormes favelas (entre los cuales 40 mil indígenas). Diariamente se sepultan más de 140 muertos por el virus. El alcalde está pegado al teléfono pidiendo ayuda y en una entrevista telefónica con el diario católico italiano “Avvenire” declara: “No me resigno a sepultar a los muertos, a ver llorar a sus familiares sabiendo que muchos podían ser salvados con más asistencia. Me siento abandonado por el gobierno. Los hospitales desbordan, la gente muere en su casa sin atención médica. Hay enfermos que llegan al hospital y son enviadas de vuelta a su casa, independientemente de la gravedad del caso. Para hacer frente a la falta de espacio en los cementerios, tuvimos que excavar un sistema de trincheras en las que se deponen los féretros, cada uno bien identificado. En otros lugares cercanos de la Amazonia colombiana y peruana los pocos médicos presentes se han rehusado a atender a los enfermos del virus por falta de protección. El presidente Bolsonaro se equivoca en decirle a la gente que salga de casa. El aislamiento físico es fundamental y Bolsonaro debería ser el primero en dar el ejemplo”. Como respuesta Bolsonaro se negó a facilitar una ayuda militar para llevar dos mil ataúdes a Manaos, donde ya se están agotando.
Al alcalde se une el arzobispo Leonardo Steiner advirtiendo a la prensa que: “la gente se está muriendo en casa; es dramático y la situación está fuera de control. Hay alrededor de dos mil personas viviendo en la calle y 35 mil grupos indígenas en las afueras de la ciudad, además de los inmigrantes haitianos y venezolanos sin documentos”.
Unas 20 importantes organizaciones, también eclesiales, sacaron un fuerte documento donde denuncian la conducta irresponsable del presidente, la insuficiencia de los mecanismos que enfrentan la pandemia y la alianza el gobierno con los banqueros y grandes empresarios. Bolsonaro cree que el riesgo es solo para los ancianos y sabe que los muertos de la pandemia no quitan votos tanto como la muerte de la economía.
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