Mayo con el rosario, la oración de los pobres y sencillos

El  pasado 25 de abril, papa Francisco nos dirigía una carta invitándonos para que en este mes de mayo «redescubramos la belleza de rezar el Rosario en casa… ustedes pueden elegir según la situación, rezarlo juntos o de manera personal. Pero en cualquier caso hay un secreto para hacerlo, la sencillez»

Y es que no hay otra manera posible para rezar junto a María, contemplando el Evangelio mientras desgranamos Avemarías (eso es rezar el Rosario) que no sea con un gran espíritu de sencillez, sintonizando con su ser «anawin» la pobre del Señor, perteneciente a ese pueblo, pequeño resto, de pobres que no poseen más que su fe incondicional en Dios y en el cumplimiento de sus promesas.
Así se sabe ella misma, así se identifica y se presenta, en la Anunciación «yo soy la esclava del Señor» (Lc 1,38)  y en la Visitación a su prima Isabel  «ha mirado a su humilde esclava» (Lc 1,48).
Y es esta pequeñez la que la hace cercana e incondicional a los pobres, a los pequeños, a los últimos en todo el mundo.
Su pertenencia a una insignificante aldea la pone en igual posición social «que las doñas» de nuestras ciudades o barriadas populares, tiene pasaporte y ciudadanía de pueblo, puede moverse libremente entre sus hijos.
En este tiempo complejo, complicado, distinto,  que vive la familia humana, el Papa nos invita a invocarla,  BAJO TU AMPARO NOS ACOGEMOS, SANTA MADRE DE DIOS.
Es que sus hijos sabemos que contamos siempre con su permanente presencia y compañía, ¡en María seremos consolados!
Así la redescubre continuamente nuestra Teología Latinoamericana, como colaboradora escencial en la liberación de nuestros pueblos, y los nuevos movimientos de espiritualidad y carismáticos ¡nos invitan a volver a una tierna devoción filial a Ella!
Invocarla es entrar a conversar familiarmente con la Madre en la intimidad de su cocina en la casita de Nazareth, y Ella hoy, glorificada junto al Hijo, «tiene sucursales» en todo el mundo de este espacio doméstico y sagrado donde recibe, abraza y anima a sus hijos, Guadalupe, Lourdes, Pompeya…
Nuestra oración:
Madre del Camino:
mientras esperamos que llegue el día de volver a abrazar a los hermanos, aliéntanos en la esperanza con tu Rosario,
la oración de los sencillos, y confírmanos en nuestra vocación y destino común, peregrinos hacia el Abrazo Definitivo,
culminación de nuestro andar, plenificación de nuestro pequeño ser, donde seremos recibidos y asumidos personalmente por Nuestro Padre, en una nueva realidad, ¡abrazo de eternidad! 
                  Jorge Márquez, jardinero.

Un comentario

  1. Alma dice:

    Gracias, Jorge, por acercarnos a Ntra. Madre, con esta reflexión tan sencilla. Meditar los pasajes evangélicos desde el corazón de Ntra. Madre nos acerca más a Jesús en nuestra vida. Gracias otra vez.

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