
Y es que no hay otra manera posible para rezar junto a María, contemplando el Evangelio mientras desgranamos Avemarías (eso es rezar el Rosario) que no sea con un gran espíritu de sencillez, sintonizando con su ser «anawin» la pobre del Señor, perteneciente a ese pueblo, pequeño resto, de pobres que no poseen más que su fe incondicional en Dios y en el cumplimiento de sus promesas.
Así se sabe ella misma, así se identifica y se presenta, en la Anunciación «yo soy la esclava del Señor» (Lc 1,38) y en la Visitación a su prima Isabel «ha mirado a su humilde esclava» (Lc 1,48).
Y es esta pequeñez la que la hace cercana e incondicional a los pobres, a los pequeños, a los últimos en todo el mundo.
Su pertenencia a una insignificante aldea la pone en igual posición social «que las doñas» de nuestras ciudades o barriadas populares, tiene pasaporte y ciudadanía de pueblo, puede moverse libremente entre sus hijos.
En este tiempo complejo, complicado, distinto, que vive la familia humana, el Papa nos invita a invocarla, BAJO TU AMPARO NOS ACOGEMOS, SANTA MADRE DE DIOS.
Es que sus hijos sabemos que contamos siempre con su permanente presencia y compañía, ¡en María seremos consolados!
Así la redescubre continuamente nuestra Teología Latinoamericana, como colaboradora escencial en la liberación de nuestros pueblos, y los nuevos movimientos de espiritualidad y carismáticos ¡nos invitan a volver a una tierna devoción filial a Ella!
Invocarla es entrar a conversar familiarmente con la Madre en la intimidad de su cocina en la casita de Nazareth, y Ella hoy, glorificada junto al Hijo, «tiene sucursales» en todo el mundo de este espacio doméstico y sagrado donde recibe, abraza y anima a sus hijos, Guadalupe, Lourdes, Pompeya…

Nuestra oración:Madre del Camino:mientras esperamos que llegue el día de volver a abrazar a los hermanos, aliéntanos en la esperanza con tu Rosario,
la oración de los sencillos, y confírmanos en nuestra vocación y destino común, peregrinos hacia el Abrazo Definitivo,
culminación de nuestro andar, plenificación de nuestro pequeño ser, donde seremos recibidos y asumidos personalmente por Nuestro Padre, en una nueva realidad, ¡abrazo de eternidad!
Jorge Márquez, jardinero.
Gracias, Jorge, por acercarnos a Ntra. Madre, con esta reflexión tan sencilla. Meditar los pasajes evangélicos desde el corazón de Ntra. Madre nos acerca más a Jesús en nuestra vida. Gracias otra vez.
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