Carta a un hijo: Patricio Guerrero Arias

 (antropólogo y artista ecuatoriano activista por el Buen Vivir)

Hijo mío: 

Tanto tiempo sin mirar la vida, sin escuchar lo que busca enseñarnos, ciegos a la sabiduría que nuestra arrogancia no permite hallar.

Tanto tiempo sólo viendo y oyendo lo que nos impone la tirana razón (ilustrada e instrumental), ya es hora de volar a la vida y abrir las puertas del corazón.

La sabiduría no está (sólo) en la razón, al corazón hay que dejar hablar. Ya es tiempo de empezar, hijo mío, desde la ternura a CORAZONAR.

Qué profunda es la sabiduría que está escrita en el libro de la vida, ya es hora de empezar a leerlo con pasión, ternura y alegría.

Muy poco te ayudan las teorías para que en la vida en verdad te realices, tanta razón (ilustrada e instrumental) no nos ha hecho mejores ni ha podido hacernos más felices.

Aprende pues a mirar lo que la vida enseña, escucha ya la sabiduría que en ella se encierra.

Aprende lo que te dice la luna, va creciendo hasta ser luna llena, su sendero de luz nos enseña que no hay sombras ni noches eternas.

Aprende de las mariposas, el milagro de la transformación, descubre que hasta una fea crisálida guarda colores en el corazón.

Aprende de la vía del agua, es profundo lo que nos quiere enseñar, nace de una gota de luna y sabe que su destino es ser mar. Nada tan frágil ni tan poderoso en su cristalina belleza, su fluir al océano te enseña que nuestro destino es también la grandeza.

La sabiduría del árbol te enseña que para soportar cualquier vendaval debemos tener fuertes las raíces, igual es, hijo mío, con la identidad.

La montaña te enseña en silencio que para alcanzar las cumbres de la vida debes luchar con esfuerzo, con coraje, pasión y alegría. Si quieres ser libre véncete a ti mismo, no te quedes parado al filo de la vida, corre riesgos, busca lo imposible que la vida está para ser vivida.

Procura de todo y de todos con profunda humildad aprender, pues si hasta la hierba crece cómo podemos negarnos a crecer.

Todo cambio empieza en uno mismo, cambia entonces tu vida primero, pues no puedes ser luz de los otros si no hay luz en tu propio sendero.

Aprende, pues… Mira el mundo con ojos de mago, cabalga en las alas de la fantasía, ábrete al azar, a lo imprevisible, no pierdas tu capacidad de asombro ante el bello milagro de la vida. Mantén encendido el fuego de la magia de los sueños, milita por la ternura y la alegría, haz parir estrellas bailadoras, sé cazador de nuevas auroras.

No dejes que te impongan tu vida, lucha siempre por ser tu propio dueño, no hipoteques en nombre del poder (que tiene distintos nombres) el poder constructor de tus sueños.

Nunca olvides que la ternura, la esperanza, el amor, la alegría, son fuerzas insurgentes para cambiar la historia y la vida.

Si hay problemas no te encierres en ti mismo, pues nuestra fuerza no está sólo en nosotros, pide ayuda, descubre que el poder está en el amor que das y que recibes de los otros.

Si alguien necesita de ti sé generoso, ofrécele tu corazón, dale tus manos. No olvides que el mayor reto que tienes, hijo mío, es construirte como un digno ser humano.

Aprende pues… Sólo raíces y alas a tus hijos procura heredar, raíces para que sepan quiénes son y alas para que puedan volar. Ábreles el corazón, que les conmueva el dolor, la injusticia, las cosas bellas, ayúdales a andar por la tierra y a volar también por las estrellas.

Que el poder de los cuatro elementos que tejieron la trama de la vida, viva siempre en tu corazón y te dé luz, fuerza y alegría. Cristalino sé como el agua, pon en todo la pasión del fuego, generoso sé como la tierra, vuela siempre libre como el viento.

Aprende pues a mirar lo que la vida enseña, escucha ya la sabiduría que en ella se encierra.